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¿Soy adicto al movil?
En pleno siglo XXI, es casi imposible negar la utilidad de las nuevas tecnologías y la importancia del papel que juega en nuestras vidas. Aunque muchos de nosotros hemos pensado en algún momento que “nos roban el tiempo”, las nuevas tecnologías tienen un importante papel en la vida del ciudadano occidental y sin duda, son herramientas potencialmente útiles y generadoras de calidad de vida.
¿Podemos hablar de una conducta adictiva relacionada con las nuevas tecnologías? La APA (Asociación Americana de Psiquiatría) y la OMS (Organización Mundial de la Salud), cuando hablan de los trastornos relacionados con sustancias (lo que comúnmente conocemos como “adicción”) distinguen entre la dependencia y el abuso. Veamos cómo definen cada uno de estos términos:
La dependencia de una o varias sustancias se produce cuando existe “un patrón desadaptativo de consumo de dicha sustancia que conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativos”, como manifestaría la presencia de tres o más de los siguientes síntomas en algún momento durante un período de 12 meses:
- Tolerancia, que se define como la necesidad de aumentar la cantidad de sustancia ingerida para conseguir los mismos síntomas, o como la disminución del efecto de la misma cantidad de sustancia debido al consumo continuado.
- Abstinencia, que se define en función de una sintomatología específica, dependiendo del tipo de sustancia (suelen incluir, casi siempre, inquietud, irritabilidad, temblor, agitación o hiperactividad física, problemas de sueño, dificultad para concentrarse…), o en el hecho de que el consumo de la sustancia (o de otra parecida) se produzca fundamentalmente para evitar los síntomas de la abstinencia.
- La sustancia es tomada con frecuencia en cantidades mayores o durante un período más largo de lo que inicialmente se pretendía
- Existe un deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o interrumpir el consumo de la sustancia
- Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la sustancia, en el consumo de la sustancia o en la recuperación de los efectos de la sustancia
- Se produce una reducción importante de actividades sociales, laborales o recreativas debido al consumo de la sustancia
- Se continúa tomando la sustancia a pesar de tener conciencia de problemas psicológicos o físicos persistentes que parecen causados o exacerbados por el consumo de la sustancia
El abuso de sustancias se define por la presencia de “un patrón desadaptativo de consumo de sustancias que conlleva un deterioro o malestar clínicamente significativos”, manifestado en uno de los siguientes síntomas en un periodo de 12 meses:
- Consumo recurrente de la sustancia, que da lugar al incumplimiento de obligaciones en el trabajo, la escuela o el hogar.
- Consumo recurrente de la sustancia en situaciones en las que hacerlo es físicamente peligroso
- Problemas legales repetidos relacionados con la sustancia
- Consumo continuado de la sustancia, a pesar de tener problemas sociales continuos o recurrentes o problemas interpersonales causados o exacerbados por los efectos de la sustancia.
Si en estas definiciones consideramos el uso de la tecnología (móvil, ordenador, tablet, internet, redes sociales, whatssapp, videoconsola…) en donde se habla de sustancia nos encontramos con que algunos de estos síntomas definitorios podrían encajar con el uso que hacen algunos individuos de la tecnología. No existe un consenso al respecto dentro de la comunidad científica; la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) no ha incluido ninguna categoría relacionada con la adicción a nuevas tecnologías en la última edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de las enfermedades mentales (DSM V) por falta de estudios concluyentes, pero considera este tema de la suficiente envergadura como para incluirlo dentro del apéndice de “Estudios adicionales”.
Aunque algunos autores prefieren hablar de un “uso excesivo” o “uso problemático” en lugar de hablar de un abuso o una dependencia, es cierto que en algunos casos la relación de la persona con las nuevas tecnologías es de tal magnitud e intensidad que llega a interferir de forma importante en otras áreas de su vida, como puede ser el abandono de relaciones interpersonales reales, dificultades para concentrarse en el ámbito laboral o escolar, pérdida de la capacidad de disfrutar en entorno analógicos (alejados de las nuevas tecnologías), etc.
Probablemente, la cuestión más difícil de resolver en este caso es poner el límite entre lo normal y lo patológico, pues ¿quién no ha cortado alguna vez una conversación con un amigo al oír el sonido de entrada de un mensaje? Todos hemos podido sentir cierta inquietud alguna vez al ver que nuestra batería está a punto de agotarse, y muchas veces nos damos explicaciones más o menos coherentes como “es que si me pasa algo, ya no hay forma de encontrar un teléfono por la calle” o “es por si mi familia necesita hablar conmigo“. Quizá el elemento diferenciador está en el nivel de angustia que esta situación nos genera, o en la interferencia de estos sentimientos en nuestro día a día.
El problema se plantea cuando la tecnología pasa de “herramienta” a “motor” de la vida de las personas. Algunas de las conductas que pueden hacernos pensar que existe un uso abusivo de las nuevas tecnologías se describen a continuación:
- Cuando quedarse sin cobertura o no tener acceso a una red wifi genera un intenso malestar, con síntomas que deberíamos asociar más a un ataque de ansiedad de una persona que sufre una fobia que a un teléfono sin cobertura: respiración y pulso acelerados, dificultad para concentrarse, malestar y sensación de que algo malo va a suceder…
- Cuando el pitido de la batería baja hace que toda nuestra atención se concentre en encontrar un enchufe y ponemos en marcha toda clase de estrategias para impedir la posibilidad de que nuestro teléfono, tablet o portátil se apague, incluso cuando estas estrategias pueden llegar a acarrearnos problemas. Por ejemplo, ausentarse de una comida familiar para cargar tu “aparato”, o finalizar un día de playa o de campo antes de lo planeado para poder volver a estar conectado.
- Cuando la necesidad de estar “a la última” en nuevas tecnologías se escapa a nuestro control y nos lleva en alguna ocasión a invertir en éstas más dinero del que habíamos previamente planeado o que podemos permitirnos por nuestra situación económica. Así, cualquier producto nuevo, pasa de ser algo funcional a ser una necesidad en nuestras vidas.
- Cuando la urgencia por consultar los mensajes, las llamadas o el correo electrónico nos llevan a conductas de riesgo o al margen de las normas legales o de buena educación, tales como utilizar el móvil conduciendo o encender el teléfono en un avión o en un cine.
- Cuando dejamos de relacionarnos con las personas que tenemos a nuestro alrededor porque nos preocupa más lo que se está diciendo en las redes.
- Cuando dedicamos un número excesivo de horas al día a estas tecnologías y descuidamos otras responsabilidades, obligaciones y hábitos. Por ejemplo, disminuir nuestro rendimiento laboral, descuidar nuestra alimentación, aseo, y tareas del hogar, grave interferencia en actividades formativas, dificultad para mantener la atención en otras actividades, etc.
¿Qué consecuencias puede tener un uso excesivo del teléfono móvil, la tablet o el ordenador?: los estudios hablan de mayores niveles de estrés mantenido en las personas que utilizaban de un modo excesivo las nuevas tecnologías, de dificultades para concentrarse o atender situaciones ajenas a las nuevas tecnologías, e incluso de pensamientos melancólicos y bajo estado de ánimo en aquellos sujetos que más se conectaban a las redes sociales.
La inmediatez de acceso a la información y la gran cantidad de ella que tenemos gracias a internet tiene, sin duda, muchas ventajas, pero también pueden disminuir nuestro nivel de tolerancia a la espera, y la rapidez en la toma de decisiones puede alterar nuestra capacidad de reflexionar y tomar decisiones “sensatas”.
Detrás de una persona hiperconectada se encuentra en ocasiones alguien que teme estar solo, que necesita estar permanentemente en contacto con otros, pero que prefiere relacionarse a través del mundo virtual, donde es más fácil controlar las interacciones y al mismo tiempo es menos exigente que una relación de amistad en el mundo real.
El primer paso es hacer un sincero análisis de nuestro comportamiento y preguntarnos si estamos dedicando a las nuevas tecnologías más tiempo del que nos gustaría, si ese nivel de de implicación con el mundo virtual nos está alejando del mundo real, o si esa libertad que defendemos que nos aportan las nuevas tecnologías es realmente una elección libre o comienza a escaparse de nuestro control.
Si piensas que la tecnología está empezando a tener un papel demasiado importante en tu vida o las personas de tu alrededor te recriminan que “ya no se puede hablar contigo” porque estás todo el día con el móvil, a lo mejor ha llegado el momento de buscar la opinión de un experto. En Decide Psicología podemos ayudarte a establecer relaciones más sanas y equilibradas, tanto con la tecnología como con las personas de tu alrededor.
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