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Acoso escolar
El acoso escolar o bullying (“intimidación” en castellano) es un fenómeno que siempre ha estado presente entre los niños y adolescentes, pero en la actualidad se está haciendo más visible al concienciarnos de las terribles consecuencias que puede llegar a tener y se están creando numerosas campañas para prevenirlo y enfrentarlo.
¿En qué consiste?
El bullying es el proceso por el que un niño o un grupo toman actitudes y comportamientos que tienen como objetivo asustar, intimidar, someter e incluso agredir a otro. Este acoso, que se dilata en el tiempo, se da de manera deliberada y continuada (no son hechos aislados) y suele caracterizarse por un desequilibrio de poder entre el acosador y la víctima.
Este acoso puede llevarse a cabo de manera directa, en presencia de la víctima, (por ejemplo; insultos, empujones) o indirecta (por ejemplo; extendiendo un rumor). Las distintas formas de acoso serían: físico, verbal, psicológico, relacional o social, y daño a la propiedad. Puede darse en cualquier contexto y situación. Un tipo muy extendido en la actualidad sería el ciberbullying, que incluye la tecnología (redes sociales, emails, foros, etc.) como medio para llevar a cabo el acoso.
Una característica clave en el proceso de acoso es la inmovilidad de los testigos frente a la situación de abuso.
¿Quiénes tienen mayor riesgo de sufrir acoso escolar?
Con frecuencia, en las victimas de bullying aparecen una o más de las características o circunstancias descritas a continuación, pero no todos los jóvenes que presentan algún factor de riesgo acaban siendo víctimas. Así los grupos de riesgo serían:
- Los jóvenes que son percibidos como diferentes al resto por su aspecto físico (niños con sobrepeso o muy delgados, niños que usan gafas), por su estilo (usan otro tipo de ropa, o no tienen cosas que están “a la moda”) o por su orientación sexual.
- Aquellos que tienen algunas dificultades psicológicas: jóvenes que sufren ansiedad o depresión, baja autoestima, poco asertivos o con escasas habilidades sociales.
- Los niños que tienen algún tipo de discapacidad.
- Los que se encuentran en una situación social/relacional desfavorecida: los considerados como “menos populares”, los que tienen pocos amigos o los que son nuevos en el centro.
En general las víctimas son percibidas como “los débiles”, con pocas capacidades para poder defenderse.
Consecuencias del acoso escolar en las víctimas.
Los jóvenes que sufren acoso pueden experimentar dificultades psicológicas como: tristeza, soledad, ansiedad, miedos, alteraciones en el sueño y/o en la alimentación, disminución del rendimiento escolar, desmotivación hacia sus actividades, aislamiento social, abandono de sus estudios, problemas de autoestima y de habilidades sociales e ideas de suicidio. El sufrimiento que experimentan es significativo pudiendo llegar a desarrollar cuadros como depresión, ansiedad, o trastornos de la conducta alimentaria. La vivencia del acoso también se relaciona con experimentar dificultades psicológicas en la edad adulta.
Las víctimas de acoso suelen querer evitar ir al colegio/instituto, probablemente eviten contar nada relacionado con el entorno escolar y con frecuencia se refleja en sus resultados académicos y en su estado de ánimo.
Vías de intervención y prevención del acoso escolar
- Educación en valores; dando especial importancia al respeto, la responsabilidad y la solidaridad para fortalecer la empatía. El adulto tiene que servir de ejemplo.
- Trabajar para mantener una comunicación fluida entre el adulto y el joven. En esa comunicación se podrá transmitir lo que es aceptable y lo que no, se pueden ofrecer estrategias para prevenir o enfrentar el acoso, etc. Si el adulto se muestra comprensivo y empático, es más probable que el alumno recurra a él si sufre acoso o si lo ha presenciado.
- Ofrecer información sobre el acoso escolar para que lo sepan identificar. Hacer hincapié en que si los espectadores intervienen de alguna manera, pueden frenar el acoso.
- Instalar en los centros educativos un buzón o alguna otra vía donde los alumnos se puedan comunicar con el equipo responsable, aunque sea de manera anónima.
- Transmitir estrategias para enfrentar el bullying: utilizar el sentido del humor sano para la gestión de un conflicto, enfrentarlo con un ¡basta!, alejarse, recurrir a un adulto, acercarse a compañeros con los que mantenga una buena relación, etc. Pero nunca recurrir a la violencia.
- Incentivar a los jóvenes a que lleven a cabo las actividades que les gustan para que se sientan satisfechos en sus vidas, seguros y cultiven más relaciones sociales.
El acoso escolar es una forma de violencia, no sólo un juego de niños. Toda la comunidad educativa (alumnos, familias, personal docente y auxiliar) debe comprometerse para prevenirla y erradicarla.