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Violencia de genéro
La violencia de género es un fenómeno que en los últimos años ha creado gran alarma social, produciéndose un gran rechazo frente a este tipo de sucesos.
Medios de comunicación contribuyen a que los casos más graves de violencia salgan a la luz.
A nivel jurídico se han desarrollado leyes contra este tipo de violencia, se han creado juzgados con competencias específicas en el ámbito de la violencia machista, oficinas de atención en las comisarías de policía, etc.
A un nivel social y asistencial se han desarrollado numerosas instituciones y asociaciones encargadas de trabajar con las víctimas y encaminadas a la erradicación de este tipo de violencia.
Aún así, y con todos los esfuerzos, los recursos siguen siendo insuficientes en numerosos casos, las ayudas no llegan a todas las víctimas, y esta problemática no desaparece.
¿CUÁNDO HAY VIOLENCIA DE GÉNERO?
La violencia de género consiste en que un hombre hace uso de una posición de superioridad frente a su mujer o ex pareja con la finalidad de controlarla, mantener la relación y posicionarse como la figura que domina y tiene el poder dentro de la pareja.
Para este fin hace uso de amenazas, coacciones, insultos, desvaloralizaciones, intimidación e incluso violencia física y/o sexual.
En la literatura sobre el tema se han descrito distinto procesos que explican cómo se produce la violencia de género dentro de la pareja. El que tratamos a continuación es el llamado “Ciclo de la Violencia» (De Leonor E. Walker). Este ciclo explica cómo surge el comportamiento agresivo, la aparente falta de reacción de la mujer y la escalada de la violencia, en tres fases;
Fase de acumulación de tensión:
El hombre maltratador se muestra irritable, tenso y se enfada con facilidad.
La mujer hace intentos de hablar y solucionar los problemas, pero no siempre lo consigue y suelen darse más enfados por parte de su pareja, desvaloralizaciones y críticas a sus opiniones, creciendo así el conflicto.
Como otro intento de solución, la mujer comienza a mostrarse más sumisa, adopta la postura de evitar hacer cosas que prevea puedan molestar a su marido, e incluso intenta agradarle haciendo lo que sabe que le gusta (por ejemplo, tener la casa muy recogida, salir menos de casa, prepararle sus comidas preferidas, etc.).
Así, empiezan a diferenciarse más todavía la posición de superioridad y control del hombre sobre su pareja. Y puede surgir en la mujer un sentimiento de culpabilidad por no saber llevar a su pareja, por no ser capaz de satisfacer sus necesidades y de evitar el conflicto.
Es frecuente que la mujer se disculpe continuamente y que el hombre sienta la necesidad de castigar a su pareja.
Fase de explosión violenta:
El hombre acaba explotando, pierde el control y se suceden situaciones de violencia, tanto física como verbal. El hombre se muestra agresivo gritando, insultando, golpeando a su pareja, rompiendo objetos, haciendo uso de amenazas, forzando relaciones sexuales, etc.
Ante esta situación la mujer se paraliza por el miedo ante las muestras de agresividad.
Siente una enorme impotencia por no poder controlar la situación.
Se da una situación de “indefensión aprendida”, puesto que el hombre es el que tiene el control dentro de la relación y ella no tiene la capacidad de reaccionar.
Fase de “luna de miel”:
Es la fase de arrepentimiento del hombre tras ver las consecuencias de su comportamiento violento.
Suele pedir perdón, promete cambiar y hace algunos intentos como dejar el consumo de alcohol, ser menos crítico y restrictivo con su mujer, la cuida y la mima, le hace regalos, cura sus heridas y se vuelve encantador.
La mujer se siente querida, ve al hombre del que está enamorada, y tiene la esperanza de que el cambio sea verdadero.
Pero lo cierto es que en pocos casos es así. Una vez conseguido el perdón de su pareja, y pasado poco tiempo, vuelven las conductas abusivas sobre su mujer, repitiéndose así el ciclo de la violencia.
Según se van sucediendo estos ciclos de violencia, la mujer va quedando cada vez más aislada, anulada y desprotegida.
Mientras que el hombre puede ir mostrándose cada vez más violento y transgresor, incluso llegando al punto de no sentir culpabilidad tras un episodio de violencia extrema ni la necesidad de compensar a su pareja. Su violencia puede volverse indiscriminada, llegando así a una cronificación de la violencia dentro de la relación.
En un porcentaje pequeño de los casos esta violencia es denunciada.
Y en los casos en los que se llega a un contexto judicial, es frecuente que la mujer retire la denuncia o no sea capaz de testificar en contra de su marido, por lo que los casos no prosperan judicialmente.
Es normal que esta violencia no sea conocida más allá de la propia pareja y de sus hijos. Y al no haber testigos o pruebas concluyentes, resulta difícil demostrar todo lo sucedido dentro del entorno familiar.
Cuando estas mujeres llegan a un contexto judicial, frecuentemente, se ven expuestas a una “victimización secundaria”, puesto que son tratadas poco empáticamente por los profesionales de la justicia, o no gozan de suficiente credibilidad.
Así, la mujer se convierte en una víctima dentro de su relación de pareja, de la que es difícil escapar, puesto que poco a poco se va quedando sin recursos ni estrategias para frenar la situación. Además, cualquier intento de enfrentar o salir de este ciclo, suele ser castigado duramente por la figura del hombre maltratador.
A nivel psicológico, la mujer maltratada muestra importantes dificultades para la toma de decisiones, su autoestima está gravemente afectada y frecuentemente muestra cuadros de depresión y/o ansiedad, como el trastorno por estrés postraumático.
Es importante, además del apoyo social y jurídico que pudieran recibir estas víctimas, un tratamiento psicológico encaminado a retomar el control de sus vidas, a aliviar su sintomatología y a la superación del trauma.
Conoce más sobre este tema en nuestro Blog; «El aislamiento que nace del maltrato de género«.
Entre los problemas que comúnmente encontramos en el hombre maltratador están los trastornos de personalidad, en concreto, el trastorno antisocial de la personalidad, trastornos de adicciones, en especial al alcohol, conductas impulsivas, explosiones de ira, creencias culturales negativas asociadas a los roles del hombre y la mujer dentro de la pareja, etc.
También existen programas de tratamiento orientados al hombre maltratador que trabajan sobre estos síntomas como; control de la ira, tratamiento del consumo de sustancias, empatizar con la víctima, habilidades sociales, psicoeducación sobre el papel del hombre y la mujer en la pareja desde una perspectiva actual, etc.
Si estás en esta situación, o conoces a alguien que pudiera estarlo, no dudes en contactar con nosotros, tanto para exponer tu caso, preguntar tus dudas o iniciar un tratamiento.
¡En Decide Psicología podemos ayudarte!