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Cómo hablar del divorcio a nuestros hijos e hijas
En la sociedad actual, el índice de separaciones y divorcios ha crecido considerablemente. Este hecho puede estar asociado a los cambios culturales que han sobrevenido con la sociedad moderna, donde el concepto de matrimonio ya no implica necesariamente el famoso “hasta que la muerte nos separe”.
Que una pareja decida no continuar siéndolo es algo perfectamente normalizado en nuestra sociedad, entendible y respetable. Muchas de estas parejas han creado una familia, y su ruptura afecta por tanto a sus hijos e hijas.
En la mayoría de los casos los menores no eligen esta situación, ellos no son quienes toman la decisión, pero les afecta y les afectará enormemente en su futuro a corto, medio y largo plazo. Habrá cambios en la relación con sus padres, en sus rutinas, en la relación con la familia extensa, etc.
Los cambios tras un divorcio son inevitables y los hijos/as tendrán que restaurar una nueva rutina en sus vidas, pero este proceso no tiene por qué ser necesariamente traumático.
Es sumamente importante que los adultos tratemos de reducir todo lo posible el impacto negativo de la separación sobre nuestros hijos. El primer paso en esta empresa es dar la noticia a los niños/as. A continuación vamos a exponer algunas pautas a seguir para informar a los hijos de la situación y de los cambios que van a sobrevenir a la familia:
- La situación ideal sería que ambos progenitores se reunieran con sus hijos/as para poder explicarles la situación. Cuando los padres llegan a esta decisión, suele ser tras un proceso de distanciamiento dentro de la pareja, frecuentemente hay discusiones más o menos fuertes, y puede haber un clima algo tenso en el hogar. Aunque tratemos de proteger a los menores de estos problemas de pareja, es fácil que ellos perciban que algo está ocurriendo. Los menores agradecen que sus padres les expliquen, en la medida que ellos puedan entender, la situación y las decisiones que se hayan tomado ya.
- Es recomendable que ambos padres lleguen a un acuerdo sobre cómo y qué exponer a sus hijos. Entendemos que esta tarea puede resultar complicada porque en la mayor parte de los casos, cuando se llega a la separación, es porque la pareja ha dejado de estar de acuerdo en muchos aspectos de sus vidas, además pueden haber entrado en juego sentimiento y emociones negativas, como el enfado, la ira, la rabia que pueden hacer difícil la comunicación dentro de la pareja. Para conseguirlo es importante asumir que aunque la relación de pareja se interrumpa, no ocurre lo mismo con su relación como padres. Es decir, durante mucho tiempo van a tener que mantener un mínimo de comunicación para informarse y comentar todos aquellos asuntos que conciernan a sus hijos/as. Y por el bien último de los menores, toda comunicación cordial y actitud colaboradora va a facilitar enormemente la adaptación de los menores a las nuevas circunstancias.
- Es importante saber elegir el lugar y el momento para realizar esa reunión. Debe tratarse de un lugar tranquilo y con intimidad suficiente para poder conversar y donde poder mostrar las emociones que cada uno necesite sin verse cohibido. Además es importante contar con tiempo para este tema. Esto significa que no podemos ir con prisas, con límites de tiempo, o en un momento en el que estamos cansados o pendientes de otras tareas.
- El qué les vamos a decir es especialmente importante. Ya hemos comentado que los padres deberían reunirse y decidir lo que les van a explicar a los niños. Es recomendable adaptar el contenido de esta conversación a la edad del niño. Los motivos reales de la ruptura de una pareja suelen ser múltiples, complejos y difíciles de entender para la mente de un niño. Por tanto, se les puede ofrecer un motivo general, sin entrar en detalles; por ejemplo; “papá y mamá ya no se llevan bien”, “discutimos mucho, y no somos felices estando juntos”. Dar muchos más detalles podría implicar señalar los defectos del otro o generar culpables. Si os fijáis, en los ejemplos ponemos frases donde se da a entender que es una decisión de ambos por igual. Si los menores perciben que uno de los dos ha podido propiciar esa situación, pueden generarse los llamados “conflictos de lealtad”, relaciones tensas con uno u otro progenitor y un estado de confusión y dudas sobre la situación. Además, pueden aparecer en los menores un sentimiento de culpabilidad sobre lo ocurrido, pensamientos del tipo “si yo me hubiera portado mejor, ellos no discutirían y no habríamos llegado a esto”, sienten que ellos pueden hacer algo para que la situación cambie. De ahí la importancia de incidir que es una circunstancia que deciden los adultos y que no hay culpables.
- Otro punto a tratar en esos momentos son las cosas que no van a cambiar. Debemos diferenciar nuestro papel como pareja, del rol de padre/madre. La relación de pareja puede que no haya funcionado, que nos hayamos podido equivocar, que no nos haga feliz la otra persona, que no encontremos solución a un conflicto dentro de la relación, y ello no implica que seamos peores padres o madres. Y ése es el mensaje que debemos transmitir tantas veces como haga falta a los niños. Frases como “papá y mamá ya no van a ser pareja, pero los dos seguimos siendo tus padres, como hasta ahora y eso nunca cambiará”, “vamos a estar a tu lado siempre”, “puedes acudir a cualquiera de nosotros siempre que lo necesites”, etc.