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Quiero romper con mi pareja, pero no puedo.
Todos conocemos o incluso hemos llegado a vivir la situación de permanecer en una relación de pareja aun sabiendo que está muerta y que nos sentimos insatisfechos. La decisión de romper la relación puede resultar muy dura, es probable que lo alarguemos en el tiempo y que no nos sintamos capaces de hacerlo.
Cuando estamos valorando si romper o no la relación de pareja nos encontramos con muchos pensamientos que entran en conflicto, por un lado están los sentimientos hacia la otra persona y un sinfín de miedos: el miedo a la reacción del otro, el miedo a los cambios que tendré que afrontar tras la ruptura, el miedo a equivocarnos, el miedo a sufrir, el miedo a la soledad, etc. Pero por otro lado pensamos en los aspectos de la relación que ya no nos satisfacen, los conflictos que han surgido durante la misma y esa intuición que nos lleva a pensar en que la decisión de romper podría ser la adecuada.
Los indicios que nos pueden llevar a pensar en la ruptura son múltiples, dependen de muchísimos factores, y como cada relación es un mundo, pueden variar considerablemente. Aún así, voy a enumerar muchas de las quejas que me plantean los pacientes que se encuentran en esta situación: sensación de insatisfacción general, distanciamiento de la pareja, menor contacto físico y afectivo, disminución de relaciones sexuales, problemas en la comunicación, poco entendimiento, dificultad para encontrar puntos en común, actitudes egoístas (centradas en uno mismo), infidelidades, no sentirse enamorado del otro, actitudes o emociones que no deben estar en una relación de pareja “sana” tales como celos, falta de confianza y querer controlar o cambiar al otro.
Pues bien, una vez que nos encontramos en esta situación tenemos que tener muy claro que una ruptura sin dolor es prácticamente imposible.
“No es realista pretender dejar una relación de pareja significativa sin que duela”
Una de las principales barreras a la hora de llevar a cabo la ruptura es no querer dañar al otro; “querer hacerlo bien”, y es comprensible que no queramos herir a la persona que todavía sigue siendo nuestra pareja. Pero este tipo de barreras nos pueden llevar a alargar indefinidamente una situación donde no nos sentimos bien. Y si nos mantenemos en una relación que no está funcionando, es muy posible que se produzca tal desgaste, que la convivencia llegue a ser muy desagradable o lleguen a darse conflictos importantes. Y en algún momento, tendremos que hacer frente a la ruptura igualmente, pero más débiles, por todo el desgaste sufrido.
Además, es más importante conseguir poner fin a una situación que no es positiva para ninguno de los miembros de la pareja, y que cada uno tenga la posibilidad de rehacer su vida, que el hecho de “romper bien”. Pasado un tiempo, no se recordará tanto el modo en que se produjo la ruptura, sino la oportunidad de construir una nueva vida.
“Cuánto menos dolorosa sea la ruptura para ambos, mejor. Pero si no es posible, mejor romper que quedarse atrapado en una relación insatisfactoria”
Otra de las barreras que aparece con frecuencia y que nos impiden tomar la decisión, es que consideramos que la otra persona es más vulnerable, la vemos más enamorada o ha generado mucha dependencia de nosotros y no consideramos que sea capaz de aceptar la decisión fácilmente, y al final nos mantenemos en la relación “por pena”.
Pues bien, lo mejor que puedes hacer por una persona a la que quieres, pero no como una pareja, es darle la libertad para poder rehacer su vida.
Tras una ruptura, tanto si eres el que ha tomado la decisión, como si eres el “dejado”, supone una pérdida y es necesario pasar por el duelo correspondiente. Quizás es importante «desdramatizar» este sufrimiento, una vez que uno ha conseguido romper definitivamente con el otro, sin contactos ni nuevas interacciones, es posible que en unas pocas semanas ya estemos lo suficientemente reestablecidos. Eso sí, es normal que los primeros días uno sufra episodios de llanto frecuentes, eche mucho de menos a la otra persona, tenga impulsos difíciles de controlar de contactar con su expareja y tenga dudas sobre si ha tomado la decisión adecuada.
El hecho de romper puede resultar doloroso, pero también, trae cosas buenas. Ganamos libertad, podemos tomar decisiones atendiendo sólo a nuestras necesidades y deseos, podemos crear un nuevo estilo de vida, conocer gente nueva e iniciarnos en actividades diferentes.
Tras la ruptura, tenemos la oportunidad de volver a conectar con uno mismo.
Los problemas de pareja, la toma de decisiones o el superar una ruptura, son consultas muy frecuentes en psicoterapia. Contacta con Decide Psicología si te encuentras “atascado” en una situación así.
Lear MoreConvivir con la depresión
La depresión se está configurando como una de las enfermedades más frecuentes en nuestra sociedad actual. Esto significa que muchas personas sufrirán depresión en algún momento de su vida y que los allegados a estas personas, también se verán en la situación de convivir con una enfermedad, en ocasiones, difícil de entender.
En consulta, es frecuente, que la persona que está sufriendo depresión, explique las dificultades que está teniendo en relación con su familia y amigos. A veces porque se sienten incomprendidos, porque les dan consejos que no les están ayudando, otras porque se sienten abandonados. En alguna ocasión, son los propios familiares de la persona que está experimentando depresión, los que solicitan ayuda para saber qué pueden hacer para ayudar al familiar que está sufriendo, y cómo sobrellevar ellos también la enfermedad.
Mi intención con este artículo es dar una orientación a esos acompañantes para ayudarles a “convivir con la depresión” y para ello os invito a reflexionar sobre las siguientes ideas:
- Algunas frases, que seguramente se digan con una buena intención, no siempre tienen ese efecto deseado. Son frases que de alguna manera juzgan el estado emocional de la persona que sufre depresión, o minimizan la importancia de su malestar, o los responsabiliza de su estado, o incluso les hablan de soluciones “fáciles” a su situación. Es importante aprender a detectar este tipo de frases que no ayudan y evitarlas en la medida de lo posible. Algunos ejemplos podrían ser: “venga, anímate un poco y se te pasa”, “lo que tienes que hacer es salir un poco más y no ponerte tan dramático”, etc.
- Uno de los síntomas que con frecuencia aparece en la depresión es el sentimiento de soledad. En ocasiones no hace falta decir nada con la intención de ayudar, solo estar ahí, acompañando.
- A este acompañamiento se le podría añadir el contacto físico. Una palmada en el hombro, un abrazo silencioso, puede ayudar a la persona con depresión a sentir cerca a su gente.
- Para no añadir mayor malestar a la persona deprimida, es importante mostrarse comprensivo ante sus emociones, escuchar sin juzgar, y así favorecer su desahogo.
- Como puedes leer en este enlace sobre la depresión, otro de los síntomas que aparece en este tipo de cuadros es la anhedonía. Consiste en la incapacidad para experimentar placer por actividades donde antes uno sí disfrutaba. Así, una opción de los allegados o familiares, podría ser la de facilitar actividades placenteras y de ocio. No se trata de obligarles, si no de proponer o ayudar a llevarlo a cabo. Por ejemplo: ayudar a planificar una quedada con amigos íntimos, comer su plato favorito, salir a la calle, hacer ejercicio físico, recibir un masaje, etc.
- Otro de los síntomas que puede aparecer en la depresión son pensamientos sobre la muerte e ideas de suicidio. Los familiares y personas cercanas al paciente tienen un papel importantísimo en la prevención del suicidio puesto que son las personas que más le conocen y a las que seguramente acuda si “llega a su límite”. Según los datos, en la mayoría de los casos, antes de intentar llevar a cabo el suicidio, el afectado ha solicitado algún tipo de ayuda en su entorno. Hablar de ello, desahogarse o ayudar a tomar decisiones (como solicitar ayuda profesional) puede ser de gran ayuda para la persona enferma.
- Otro aspecto importante a tener en cuenta como familiar o allegado de una persona que sufre depresión, es la necesidad de autocuidado, de seguir teniendo una vida y de no verse arrastrado por la depresión de la persona con la que convive. El acompañante no puede comportarse como una persona enferma (por ejemplo sin salir de casa, abandonando las relaciones sociales o las actividades de ocio). Para poder apoyar al otro debe cuidarse como cuidador.
- Por último, quería comentar, que en ocasiones, con el afán de ayudar a una persona que vemos abatida, podemos caer en el error de facilitarles en exceso la vida ocupándonos de muchas sus responsabilidades, solucionando sus problemas o eximiéndoles de sus tareas. Como explicamos en este enlace «El pozo de la depresión«, parte del proceso de cura pasa por ir enfrentándose a ciertos esfuerzos controlados (mejor si están supervisados por un profesional), y el hecho de que de manera indirecta pueden obtener algún tipo de beneficio secundario al hecho de padecer depresión, podría dilatar involuntariamente el problema en el tiempo.
Si estás en la situación de tener que convivir con una persona con depresión, o eres tú mismo quien la sufre, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. En Decide Psicología podemos ayudarte, sabemos ayudarte.
Lear MoreLa importancia del discurso interno; lo que nos decimos
En psicoterapia solemos trabajar sobre el contenido de nuestros pensamientos y sobre cómo los expresamos.
Con mucha frecuencia tendemos a exagerar, enfatizar o dramatizar sobre los aspectos negativos de nuestro día a día mientras que relativizamos o damos mucha menos importancia a las cosas buenas que nos ocurren.
Por ejemplo, son frecuentes las quejas sobre mis circunstancias familiares, mi trabajo, mi entorno social, etc., pero no solemos resaltar lo que sí está funcionando bien. Damos por hechos normales tener trabajo, o tener cerca a nuestras personas queridas, y no nos concentramos en lo positivo de estas circunstancias, restándoles así valor. Pero sin embargo, si me quedo sin trabajo, o no puedo contar con alguien de mi entorno, sí lo considero como un problema importante.
Además de la tendencia a enfatizar los aspectos negativos de nuestras vidas, también desarrollamos verbalizaciones, en muchas ocasiones desproporcionadas, sobre los contratiempos que nos surgen: «como suspenda el examen me da algo«, «si me quedo sin trabajo me muero«, ‘es imposible soportar más esta situación’… Nos enfada o nos pone nerviosos que las cosas no salgan como uno espera, nos cuesta adaptarnos a los cambios, nos desanimamos cuando tenemos algún conflicto social, o experimentamos como una «catástrofe» cualquier tropiezo en nuestro día a día, etc.
El contenido de nuestros pensamientos y de nuestras palabras están íntimamente relacionadas con la reacción emocional que experimentamos. Así, si valoro como una desgracia un cambio en mi trabajo, la reacción emocional que le sigue tendrá una connotación negativa mucho más intensa que si me concentro en ver las opciones u oportunidades que pueden venir tras el cambio.
De la misma manera que las verbalizaciones sobre nuestros pensamientos que contienen exageraciones y autocríticas negativas nos generan malestar emocional, podemos conseguir justo el efecto contrario si nos esforzamos en desarrollar un discurso más positivo.
Para aprender a desarrollar ese discurso positivo podemos atender a las siguientes claves:
— busca los aspectos positivos de las circunstancias que estás viviendo y enfatiza su importancia. «A veces discuto con mi hijo, pero pasamos muchos momentos agradables, me gusta conocer de cerca la persona en la que se está convirtiendo». Trata de utilizar palabras con un significado positivo.
— evita los pensamientos anticipatorios catastrofistas. «Cuando me incorpore de nuevo al trabajo, estaré más preparado para afrontar las cuestiones laborales» en vez de «pienso en volver al trabajo y ya me pongo malo».
— trata de ser flexible ante los cambios. Nuestros planes deben ser elásticos para evitar así la frustración y conseguir adaptarte mejor a mi entorno. «Si me surge algún contratiempo, ya valoraré entonces cuáles son las opciones para solucionarlo».
— evita los pensamientos de todo-nada. Existe toda una gama de grises llena de opciones u oportunidades.
— reduce las autoexigencias. Cambia los tengo que por me gustaría. Genera menos estrés decir me gustaría ir al gimnasio esta tarde que tengo que ir…
— Intenta no abusar de las generalizaciones, dramatizaciones y victimismos.
Cambiar nuestro estilo de comunicarnos y de pensar lleva tiempo y necesita constancia. Empieza por observar el contenido de tus pensamientos y tus palabras, e incluso los de las personas de tu alrededor, y verás cómo efectivamente, abusamos de estilos negativos que podrían ser modificados y conseguir así un mayor bienestar con nosotros mismos.
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¿Cuánto influyen las redes sociales en tus relaciones?
La tecnología ha entrado de lleno en nuestras vidas influyendo directamente en el modo en el que nos relacionamos, en nuestra forma de comunicarnos y por supuesto en la experiencia de tener pareja, especialmente en aquellas personas que dominan y están acostumbradas al uso de las distintas aplicaciones y redes sociales.
Recuerdo la frase de un anuncio de televisión que decía algo así como “recuerdas cuando antes llamabas a un lugar en vez de a una persona….”. Y efectivamente, ya no llamamos a “casa de” o al “trabajo de” sino que contactamos directamente con la persona. Y tenemos multitud de medios para hacerlo, ya no sólo existe la posibilidad de hacer una llamada: facebook, twitter, whatsapp, telegram, instagram, youtube, blogs, correo electrónico, …, el listado es más largo y seguramente vaya creciendo con el tiempo. Estos medios no solo nos proporcionan distintas maneras de contactar con alguien, si no también nos facilitan tener información del otro en cualquier momento.
En muchas ocasiones se plantea el debate de si tener acceso a gran cantidad de información de manera inmediata es realmente bueno para nosotros o no. Supongo que la cuestión es el uso que hacemos de la tecnología que tenemos a mano. En general, parece que la tecnología nos facilita la vida y nos da un sinfín de oportunidades, pero por otro lado, puede complicarnos mucho las cosas.
En el caso de las relaciones interpersonales y sentimentales, ¿quién no ha tenido un roce, una discusión a causa del nuevo modo de “relación virtual”. Os puedo poner ejemplos que durante las terapias me cuentan los pacientes.
- “…como me ha bloqueado en facebook, whatsapp, y no me contesta a la llamadas, me he metido en el perfil de mi amiga para saber qué hace”
- “mi novia se enfadó porque vio que mi última hora de conexión al whatsapp fue a las cuatro de la mañana y pensó que había salido de fiesta”
- “me pongo nervioso cuando veo que ha recibido el mensaje, que lo ha leído y aún así no me contesta”
- “sospecho que mi novio y mi amiga están liados porque siempre aparecen “en línea” a la vez”
- “alguna vez he aprovechado que mi pareja está en el baño para mirarle el móvil, a ver si veo algo sospechoso”
- “la comunicación y la convivencia con mi pareja se está volviendo insoportable, se pasa todo el día con el móvil en la mano y no atiende a nada más”
- “anoche nos pusimos a discutir por el móvil y acabamos cortando la relación”
Todos estos ejemplos que he puesto tienen un aspecto en común, y es la tendencia a desarrollar conductas obsesivas y de control sobre el otro, desplazando a otras cualidades importantes y necesarias en las “relaciones sanas” como son la paciencia, la confianza, la intimidad y el espacio personal.
Seguramente las generaciones más jóvenes son las más vulnerables a los efectos negativos de las tecnologías en nuestras relaciones sociales y de pareja, por ello es muy importante enseñarles a hacer un uso apropiado y controlado de las redes sociales y demás aplicaciones, y mostrarles otras vías de comunicación y de solución de problemas.
Lear MoreEl pozo de la depresión
PSICOLOGÍA EN PEQUEÑAS DOSIS.
Cuando una persona está sufriendo un cuadro de tipo depresivo, se puede sentir hundido, como en el fondo de un pozo donde todo está oscuro, donde se siente perdido y no ve la luz o la manera de salir de ahí.
En algunas ocasiones, al trabajar los síntomas depresivos con mis pacientes, suelo hacerles un pequeño dibujo de un pozo, que trata de representar de una manera más visual la situación emocional que experimentan. Pero en la misma ilustración les dibujo también una escalera que va desde el fondo del pozo hasta la superficie y que representa el camino a seguir para avanzar en su situación.
La incapacidad de ver una salida a su situación emocional está relacionada con la desesperanza, sentimiento típico en la depresión.
Pero la depresión no tiene por qué ser un agujero sin salida.
Les explico que la escalera simboliza todas aquellas estrategias que están a su alcance, y que pueden ayudarle a avanzar. Cada pasito que dan, por pequeño que sea, ayuda a subir por esa escalera. En ocasiones, un avance implica subir un escalón, y en otras, la mejora es menos perceptible; es como si permaneciendo en el mismo sitio, nos preparásemos para subir el siguiente peldaño.
Trato de transmitir a mis pacientes que en la depresión, a veces, es necesario hacer ciertos esfuerzos. Yo los llamo “esfuerzos controlados”. Y son todas aquellas cosas que nos pueden ayudar a sentirnos mejor, aunque de primeras no nos apetezcan. Hablo de estrechar lazos con personas importantes en nuestras vidas, mantener el contacto social, implicarse en actividades de ocio, asumir algunas responsabilidades, hacer ejercicio físico, transformar nuestro discurso interno, guiar a nuestros pensamientos hacia perspectivas más positivas, etc.
Muchos pacientes me explican, que como no se sienten bien, no están animados, no tienen fuerzas y nada les apetece; abandonan algunas de las actividades que antes sí realizaban y con las que disfrutaban. Estas circunstancias hacen que tengan una vida menos activa y dedican más tiempo a profundizar en sus pensamientos y emociones negativas, consiguiendo, en muchos casos, que la depresión empeore y se bajen más peldaños hacia el fondo del pozo.
En terapia ayudo a mis pacientes a entender más sobre la depresión, sobre qué actitudes, qué circunstancias y qué comportamientos empeoran sus síntomas, y cuáles pueden ayudarles a ir subiendo por esa escalera que les acerca a su bienestar.
Lear MoreAlianza terapéutica; el «vínculo sanador» entre paciente y terapeuta
Cuando se inicia un proceso terapéutico con un nuevo paciente, uno de los primeros objetivos de la intervención psicológica es generar una sana alianza terapéutica.
La alianza terapéutica es el “vínculo sanador” que se establece entre el terapeuta y el paciente desde las primeras sesiones y a partir del cual se va a articular toda la intervención psicológica y va a favorecer el cambio que el paciente necesita.
En el inicio de la terapia, el profesional debe crear un entorno agradable donde el paciente pueda expresar los motivos que le han llevado a pedir ayuda psicológica, y también mostrar interés en conocer las circunstancias que rodean a la persona con la que está trabajando, y así entender mejor su situación.
Las principales habilidades terapéuticas que el psicólogo debe mostrar en estos primeros momentos y a lo largo de toda la intervención son la escucha activa, la objetividad y la empatía. En estos primeros momentos es adecuado también que el profesional explique de forma clara y cercana en qué consiste un proceso terapéutico, qué puede esperar de él, y aclarar las dudas que el paciente pudiera tener.
El psicólogo debe conseguir acomodarse a las necesidades y características personales del paciente al que está tratando.
Es importante que el profesional se muestre cercano, disponible, seguro, profesional, empático y comprensivo. Esto ayudará al paciente a expresarse sin miedo a ser juzgado. En las terapias, el paciente suele narrar episodios o circunstancias de su vida muy personales e íntimas, y es importante que pueda hacerlo con libertad, sintiéndose comprendido y seguro. Esto facilitará que experimente la ventilación emocional propia del propio proceso terapéutico.
En ocasiones el éxito de la terapia depende de la calidad de esta relación. Si el paciente no termina de sentirse cómodo con su psicólogo, o no confía en el tipo de trabajo que se está realizando, con toda seguridad, acabará abandonando la terapia antes de alcanzar su objetivo de bienestar. Y el “fracaso” en un proceso terapéutico, puede desanimar al paciente a intentarlo de nuevo con otro profesional. De ahí la importancia y la responsabilidad del psicólogo de ser capaz de crear un vínculo adecuado con el paciente para poder llevar a cabo la intervención psicológica que necesita.
Lear MoreLa falta de sueño afecta al carácter
Cuando recibo a un paciente nuevo, trato de conocer las circunstancias que rodean a la problemática que presenta; entorno laboral, situación familiar, estado de salud, estilo de ocio, hábitos, rutinas y calidad del sueño. Con mucha frecuencia los problemas emocionales se relacionan con alteraciones en el sueño y la falta de un sueño reparador puede provocar ciertos cambios anímicos en la persona.
Las personas que se quejan de sufrir algún tipo de insomnio también pueden experimentar un mayor grado de irascibilidad, menor tolerancia a la frustración, disminución del nivel de paciencia, etc. Experimentar estas reacciones ya es de por sí desagradable, pero es que además estas circunstancias nos pueden generar otro tipo de problemas como dificultades para hacer frente a las demandas de nuestro entorno de una manera efectiva o a un empeoramiento de nuestras relaciones sociales y familiares. Así, generamos un círculo complicado de gestionar; no proporcionar a nuestro cuerpo el descanso que necesita puede provocar cambios en el carácter, éstos a su vez pueden relacionarse con problemas en nuestro funcionamiento diario y con las personas de nuestro entorno, y tener más complicaciones en nuestro día a día nos puede generar preocupaciones o alteraciones que nos afectan a la calidad del sueño cerrando así el círculo.
Romper este círculo puede resultar complicado. Una manera de abordarlo es atendiendo a la estrecha relación que existe entre mente y cuerpo. Para poder sentirnos bien a nivel anímico, es fundamental cuidar nuestros hábitos en distintas áreas como; alimentación, sueño, ejercicio físico y consumo de tóxicos.
En esta línea, crear unos hábitos saludables del sueño nos puede ayudar a conseguir un descanso reparador, una mayor estabilidad emocional y una mejora en las funciones cognitivas como la capacidad de atención, concentración, toma de decisiones,…, en general sentirnos con más vitalidad y una mejor adaptación a nuestro entorno.
Lear More«Cuando me quiero morir…», la depresión.
PSICOLOGÍA EN PEQUEÑAS DOSIS;
Algunos pacientes que sufren depresión me cuentan en consulta que las personas de su entorno no logran entender su situación, y se encuentran escuchando “consejos” que no les ayudan y sus allegados tratan de restar importancia a algunos de sus síntomas, seguramente con la intención de animarles a seguir adelante, o también se alarman ante la presencia de otro tipo de respuestas depresivas. (Puede leer más sobre esta circunstancia en «Convivir con la depresión«).
Hoy quería hablaros sobre uno de los síntomas que aparecen en la depresión con relativa frecuencia; las ideas recurrentes de muerte e ideación autolítica. Todo lo relacionado con la muerte se convierte en muchas ocasiones en un tema tabú; el que experimenta este tipo de ideas puede vivirlas con culpa, vergüenza o miedo al rechazo, e incluso pueden evitar expresarlas para no generar más alarma o preocupación en las personas de su entorno.
En primer lugar vamos a hacer un repaso de las características de un cuadro depresivo, (podéis leer más sobre la depresión pinchando aquí). Los episodios depresivos cursan con una sintomatología que varía de un sujeto a otro y que suele tratarse de sentimientos de tristeza, vacío o desesperanza, incapacidad para disfrutar de actividades que antes sí resultaban placenteras, alteraciones de la alimentación, del sueño y del nivel de actividad, apatía, sentimientos de culpa, alteración en procesos cognitivos de atención, concentración y memoria, e ideas recurrentes sobre la muerte o ideación autolítica.
Las ideas relacionadas con la muerte suelen experimentarse en forma de pensamientos como “no me importaría no despertarme mañana”, “no encuentro motivos para seguir viviendo”, “la vida me supone un esfuerzo enorme”. Y la ideación autolítica es cuando aparecen pensamientos transitorios, pero recurrentes en torno a la posibilidad de dañarse a uno mismo. Un nivel más grave es cuando el individuo tiene cierta planificación sobre su posible suicidio.
Cuando una persona sufre una depresión, las emociones negativas, las alteraciones en su nivel de funcionamiento y los síntomas físicos como el cansancio, pueden generar un nivel muy elevado de sufrimiento. Además se suele sumar la desesperanza, es decir, pensamientos negativos respecto a su futuro; es como tener la certeza de que su situación no tiene solución. Así el nivel de malestar alcanzado junto con la percepción de no ver posible una mejoría, les llevan a percibir la muerte como una salida a su situación, se ve la muerte como un descanso del sufrimiento que uno siente, una forma de conseguir dejar de sentirse mal.
Como he expuesto al principio, las ideas relacionadas con la muerte son un síntoma más dentro de un cuadro depresivo, pero por su contenido, generan gran alarma en la propia persona que las experimenta y también en sus allegados.
En psicoterapia abordamos la depresión desde distintas áreas, trabajando en cada momento diferentes síntomas o quejas, para ir consiguiendo progresivamente una mejora a nivel global. Tratamos de “vigilar” de cerca la sintomatología relacionada con ideas sobre muerte o ideación autolítica y hacemos un seguimiento de los mismos desde el respeto y la comprensión. Se pueden abordar desde la reestructuración cognitiva, señalando los aspectos que sí funcionan bien en su vida, con psicoeducación y con la elaboración de planes de acción en situaciones de alto riesgo. Y si procede, es necesario valorar el internamiento para evitar la autolisis. Cuando conseguimos ciertos avances en la clínica depresiva del paciente, este tipo de síntomas, tienden a remitir.
Contacta con Decide Psicología si necesitas más información sobre este tema o deseas pedir una cita para abordar cualquier problema que te genere malestar.
Lear MoreEl aislamiento que nace del maltrato de género
PSICOLOGÍA EN PEQUEÑAS DOSIS;
Cuando una mujer se ve envuelta en una relación de pareja donde existe violencia de género, puede permanecer en ella muchos años antes de decidirse a salir de esa relación, y muchas no llegan a hacerlo nunca.
Desde fuera, resulta difícil de entender por qué una persona permanece en una relación de pareja donde no es tratada con respeto, pero esa “adaptación paradójica” a la violencia es parte del círculo de maltrato.
El maltrato de género suele ser un proceso que avanza progresivamente, y a lo largo del mismo la mujer sufre ataques continuos a su autoestima, a su autoconcepto y a su capacidad para actuar, así, poco a poco, se va quedando sin recursos para salir de la situación de maltrato.
Además, la mujer maltratada suele generar una fuerte dependencia emocional de su pareja, sintiendo que no es una persona válida y que sin él no tiene opciones en el mundo real.
Esta situación se complica con otros factores que suelen estar presentes; el miedo, la falta de recursos económicos para llevar una vida independiente, el aislamiento social, los hijos en común, etc. De tal manera que esta relación conflictiva se convierte en un complicado entramado de circunstancias adversas de las que es muy difícil escapar.
A menudo, los amigos y familiares de una mujer maltratada tratan de advertirla sobre la situación, la animan a que abandone a su pareja pero en muchas ocasiones se encuentran con respuestas evasivas, con excusas y justificaciones difíciles de entender cuando no se conoce el proceso de destrucción emocional al que es sometida la mujer víctima. Así, los allegados acaban distanciándose del problema o bien por el cansancio y la decepción ante la falta de acción de la mujer maltratada, o porque ella misma esconde su problema más aún; sabe que los demás no “aprueban” su relación de pareja, y la vergüenza y la culpa hacen que se aisle aún más de su entorno.
Desde Decide Psicología queremos brindar nuestro apoyo a todas las mujeres que se encuentran en una situación tan complicada, ofreciendo la información, la comprensión y la ayuda psicológica especializada que necesitan para afrontar y/o superar una relación de violencia de género.
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