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Las capacidades del recién nacido
Cuando esperamos la llegada de un bebé a nuestras vidas, a los padres nos gusta recibir toda la información posible sobre los recién nacidos, sus cuidados, necesidades, alimentación, etc. En este artículo vamos a centrarnos en lo que en Psicología evolutiva llamamos el desarrollo cognitivo del recién nacido.
En ocasiones se dice que los bebés apenas hacen nada, sin embargo podemos observar numerosas capacidades, conductas y circunstancias que aparecen ya en el recién nacido y que serán la base de su desarrollo posterior.
El bebé pasará la mayor parte del día dormido, y se pueden distinguir distintos niveles de profundidad en su sueño. La somnolencia es ese estado de transición entre el sueño y la vigilia que podemos apreciar claramente en el bebé por cómo se comporta. Cuando el bebé está despierto también podemos diferenciar tres estados; inactividad alerta o alerta tranquila, actividad alerta y llanto.
¿Qué hace el bebé cuando está despierto?
El bebé nace preparado para succionar y tragar alimento, eliminar residuos, e interaccionar con su medio llamando la atención de otros y reaccionando ante estímulos del entorno.
¿Cómo se relaciona mi bebé con el entorno?
Podemos distinguir tres tipos de sistemas que permiten al recién nacido interaccionar con su entorno:
- los sistemas que le permiten recibir información del entorno (los sentidos o percepciones),
- los sistemas que le permiten actuar sobre el entorno (los reflejos) y
- los sistemas que le permiten transmitir información al entorno (el llanto y las expresiones faciales).
¿Cómo se comunica mi recién nacido con los demás?
El llanto es el medio principal que tiene el bebé para transmitir información, como una respuesta refleja a una situación de malestar (necesidad de alimento, frío, calor, incomodidad…). Aunque el llanto no es intencional en los primeros momentos de vida, tiene la función evolutiva de atraer la atención del adulto.
Se han encontrado cuatro tipos de llanto: el básico (regular y rítmico, asociado generalmente con el hambre), el de cólera, el de dolor, y el de demanda de atención que aparece un a partir de la tercera semana. Ante el llano, los cuidadores experimentan una seria de reacciones que le empujan a atender las necesidades de su bebé, por ejemplo, se ha comprobado que el llanto del recién nacido provoca variaciones en el ritmo cardíaco y también alteraciones en la conductancia de la piel. También se ha encontrado que el llanto de dolor produce más respuestas en el adulto y más inmediatas que el del hambre.
Mediante las expresiones del rostro, desde el primer momento de la vida, se transmiten las emociones. Inicialmente la sonrisa es puramente fisiológica y refleja una situación de bienestar; a partir del segundo mes ya aparecerá la sonrisa social, que implica un cierto grado de reconocimiento de objetos, rostros o situaciones. Aunque muchas de las emociones básicas irán apareciendo más adelante en el desarrollo, desde el momento del nacimiento podemos observar en nuestro recién nacido la expresión de emociones de placer, desagrado, interés, disgusto, malestar e incluso ciertas expresiones que más adelante reflejarán la emoción de sorpresa.
Respecto a los sistemas para recibir información, no todos los sentidos están desarrollados en la misma medida en el momento del nacimiento.
- El tacto es el sentido más desarrollado en el momento del nacimiento y para el recién nacido es lo más parecido a un lenguaje; por eso el contacto piel con piel y las caricias son tan importantes en el desarrollo.
- Los sentidos del olfato y el gusto están muy desarrollados desde el momento del nacimiento. Se observan preferencias por los olores agradables y los sabores dulces. Ya desde recién nacidos pueden distinguir el olor del cuerpo de su madre del de otras mujeres.
- Respecto al oído, la sensibilidad del recién nacido es menor que la del adulto; los sonidos graves, rítmicos y de baja intensidad le calman mientras que los sonidos fuertes y agudos le producen excitación.
- La vista es el sentido menos desarrollado en el momento del nacimiento, con una agudeza y una capacidad de enfoque muy limitadas. La distancia a la que ven con mayor nitidez es de unos 20-30 centímetros, que es aproximadamente la distancia a la que quedará nuestro rostro del suyo en el momento de alimentarle, lo que le permitirá ir fijándose con más detalle en las características del rostro humano.
La capacidad de los bebés para ir aprendiendo y adquiriendo nuevas habilidades es inmensa, y en poco tiempo, se pueden observar importantes cambios en su evolución y desarrollo.
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