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La felicidad es suave y tranquila
En estas fechas pasadas, que nos hemos pasado el día deseando felicidad para nuestros seres queridos, me gustaría reflexionar sobre la Felicidad. Para ello os traigo un fragmento de una novela de Isabel Allende, ‘El amante japonés’.
Me encantó cuando lo leí y me apetecía compartirlo con vosotros, pues describe de una forma bella lo que entiendo por felicidad.
‘….
– Lo que intento decirte, Irina, es que no debes seguir anclada al pasado y asustada por el futuro. Tienes una sola vida, pero si la vives bien, es suficiente. Lo único real es ahora, este día. ¿Qué esperas para empezar a ser feliz? Cada día cuenta ...
– La felicidad no es para todo el mundo, Cathy.
– Claro que sí. Todos nacemos felices. Por el camino se nos ensucia la vida, pero podemos limpiarla. La felicidad no es exuberante ni bulliciosa, como el placer o la alegría. Es silenciosa, tranquila, suave, es un estado interno de satisfacción que empieza por amarse a sí mismo. …’
Me parecen muy interesantes dos apreciaciones que aparecen en el último párrafo:
- Diferenciar entre alegría y felicidad. Habla de la alegría como una emoción más intensa, y de la felicidad como algo más calmado y estable en el tiempo. En ocasiones podemos confundir ambas, considerando que si no me siento alegre todo el tiempo, no puedo sentirme feliz. Nada más lejos de la verdad; uno puede sentirse satisfecho con su vida, feliz, pero no estar dando saltos de alegría todo el tiempo. No es necesario que estemos viviendo continuamente experiencias extraordinarias para ser felices, la felicidad está en las pequeñas cosas, al alcance de nuestra mano.
- La felicidad empieza por amarse a sí mismo. Para ser felices necesitamos sentirnos satisfechos con nuestras circunstancias y con nosotros mismos. Amarse a uno mismo implica aceptarnos tal y como somos, aunque a la vez trabajemos para aprender y mejorar nuestras circunstancias.
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