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«Yo me quedo en casa»
GUÍA BÁSICA PARA AFRONTAR EL CONFINAMIENTO
España está en un estado de alarma. Situación tremendamente excepcional a la que no nos habíamos enfrentado antes. Así que la situación actual obliga a tomar medidas extraordinarias. Ya sabéis, nos quedamos en casa para no exponernos al virus, no propagarlo en caso de estar infectados y evitar también cualquier tipo de accidente o circunstancia que nos lleve a requerir los servicios sanitarios. El fin último es descongestionar la sanidad.
Así, nuestras casas se han convertido en nuestro refugio (aunque en algunos momentos pueda parecer más una cárcel) que nos mantiene “protegidos” del dichoso virus.
No sabemos por cuánto tiempo se va a alargar esta situación, pero lo que sí sabemos es que nos esperan varias semanas de pasar mucho mucho mucho tiempo en nuestros hogares. Nuestros hábitos y rutinas han cambiado drásticamente. Y como todo cambio, requiere un ejercicio de adaptación a las nuevas circunstancias.
Además de mandaros todo mi apoyo, (y espero que sea recíproco), quería ofreceros algunas recomendaciones para afrontar lo mejor posible el día a día y para llevar a cabo ese cambio de hábitos.
- Mantén unas rutinas y unos horarios. Algunas personas continúan con sus trabajos fuera de casa y otras mantienen su actividad laboral a través del teletrabajo, así sus rutinas y horarios pueden estar más determinados por esta condición. Pero otros muchos tienen todo el día por delante sin una organización predeterminada de sus tiempos y tareas. La recomendación es tener todos los días unas rutinas y horarios similares, para tener organizado el día y que cuando uno se despierte sepa qué va a hacer a lo largo de esa jornada. Así que decide qué vas a hacer cada día, cuánto tiempo le vas a dedicar a cada actividad y más o menos en qué momento del día lo vas a hacer. No olvides que toda esta organización puede ser flexible. Se trata de ayudarnos a pasar los días lo mejor posible, no de generarse más estrés.
- Haz una lista de tareas y actividades que quieras aprovechar a hacer en estos días. Intenta incluir entre esas tareas cosas que realmente te apetezca hacer y no sólo las tareas obligatorias y las típicas de limpieza o bricolaje que tenías pendiente. Ver películas o series, darse un baño relajante, ordenar las fotos, leer, manualidades, probar recetas nuevas, ejercicios de relajación, etc. Ya sabéis que están saliendo un montón de iniciativas geniales para poder visitar museos de manera virtual, ver conciertos, obras de teatro, … Consulta tu lista con frecuencia para ayudarte a organizar tu día a día.
- Utiliza las distintas estancias de la casa. Puede que en nuestras rutinas normales pasemos la mayor parte de nuestro tiempo, el que no estamos durmiendo, en el salón o sala de estar. En la medida de lo posible, distribuye tu tiempo y tus tareas en los distintos espacios que tengas disponibles, no permanezcas casi todo el día en la misma estancia. Y si tienes balcón o terraza seguro que le puedes sacar mucho partido en estos días.
- Cuida el aseo diario. Ya sé que muchos no salimos de casa, pero si nos descuidamos, la sensación de abandono y desesperación puede ser mayor. Mantén con normalidad tus rutinas de aseo diario: lavarse, ducharse, peinarse, afeitarse, depilarse, cambiarse de ropa… Sí, ya sé que lo de estar en pijama todo el día es muy cómodo y puede resultar hasta “atractivo” para algunos, pero cuando se acumulan los días, ya no parece tan buen idea.
- Intenta mantener cierto orden en tu casa, en la medida de lo posible. Los espacios muy desordenados pueden generar sensaciones negativas.
- Mantén unos horarios de acostada y levantada similares. Aunque no tengamos que ir a trabajar o a nuestras actividades normales, es sano que nuestras rutinas de sueño no se alteren mucho. Ante la “desocupación”, en especial entre los jóvenes, es fácil que poco a poco se vayan alterando los patrones de sueño porque nos quedamos hasta tarde viendo series o películas, consultando redes sociales y/o jugando con el móvil, el ordenador o videoconsolas. Las consecuencias de acostarse a altas horas de la madrugada y pasar gran parte del día durmiendo suelen relacionarse con falta de motivación, sensación de vacío, desconexión con la realidad, aislamiento social y falta de implicación en responsabilidades, hasta podría afectar a nuestro carácter. Por los ritmos circadianos, nuestro cuerpo está preparado para dormir de noche, y mantenerse activo de día. ¡Haz caso a tu cuerpo!
- Cuida tu alimentación. Ya sabes que las recomendaciones de los profesionales suelen ser hacer entre 4-5 comidas diarias y evitar alimentos procesados, hipercalóricos y muy grasos. Quizás ahora tenemos más tiempo para cocinar y probar cosas nuevas. Ya sabéis que a través de internet se pueden conseguir un montón de ideas y recetas nuevas para todos los niveles. Además de tratar de mantener una alimentación sana y variada, es importante controlar “los picoteos” entre horas. Ante la inactividad y el aburrimiento es más fácil que asaltemos la nevera o ese armario donde guardamos los snacks. Antes de comer algo, para un momento y pregúntate “¿tengo hambre de verdad?”, puedes tratar de mitigar ese gusanillo bebiendo un buen vaso de agua y redirigiendo tu atención hacia otra actividad. Si en algún momento decides ponerte un aperitivo, no comas directamente desde el envase; échate la porción que decidas en un recipiente, y vuelve a guardar el resto para no tenerlo tan disponible.
- Crea nuevas rutinas de ejercicio físico. Evidentemente ya no tenemos la posibilidad de salir a caminar, a correr, montar en bicicleta, ir al gimnasio o a nuestras actividades programadas. Así que podemos volver a tirar de internet para acceder a un montón de vídeos con sesiones de ejercicios para realizar en casa. No olvides guiarte por informaciones ofrecidas por profesionales y ajusta el tiempo y el tipo de ejercicios a tu estado de forma.
- Limita el contacto con la tecnología. Una sobreexposición a aparatos digitales nos puede afectar negativamente en distintos sentidos: puede afectar a nuestra visión, puede provocar dolores de cabeza, también se relaciona con sedentarismo, incluso puede llegar a convertirse en una adicción. Desde el punto de vista psicológico puede generar sensación de vacío, de pérdida de tiempo o incluso de aburrimiento. Elige los contenidos o actividades que realmente te resulten interesantes y no uses la televisión o redes sociales solo por pasar el tiempo.
- Mantén un contacto frecuente y continuado con familiares y amigos. Hoy por hoy, no se necesita tener a alguien físicamente para sentirlos cerca. El estado de confinamiento no tiene que significar necesariamente aislamiento. A todos nos gusta comprobar que nuestros allegados están bien. Utiliza también estos medios que tenemos a nuestro alcance para sacar temas distintos a la situación actual.
Sé que hay muchas dificultades y circunstancias que no se abordan con estas recomendaciones. Pero quería empezar por las indicaciones que tienen por objetivo mantener un nivel de funcionamiento básico.
Muchos me estáis preguntando y sugiriendo más temas a abordar para afrontar esta inusual situación. Me lo apunto en mi lista de tareas pendientes, y según vaya pudiendo, voy publicando más contenidos. Por ahora ya tenéis disponible varias entradas nuevas en el blog que os ofrece varias estrategias para la gestión emocional «Primeros auxilios emocionales en tiempos de coronavirus» y otra sobre cómo afrontar esta situación con niños en casa: Sobrevivir al confinamiento con niños en casa
Como muchos ya sabéis, por ahora no estamos realizando sesiones presenciales, pero para todos aquellos que lo necesitéis podemos tener citas por videoconferencia. Os dejo también por aquí una dirección de correo electrónico (miriamps@decidepsicologia.com) y mi número de teléfono (620930561). Contactadme para cualquier cosa que necesitéis.
En Decide Psicología queremos ayudarte, sabemos cómo ayudarte.
Lear MoreWhatsApp vs Comunicación
¿Alguna vez has tenido algún problema con alguien por no haceros entender a través del WhatsApp?, ¿alguien se ha quejado porque «le has dejado en visto» y no le has respondido a un mensaje?, ¿has tratado de solucionar un conflicto a través de este medio y te has quedado con la sensación de que no está bien resuelto?.
Seguramente hayas respondido sí a alguna de estas preguntas, y si no lo has vivido tú en persona, lo habrás visto a tu alrededor.
Las nuevas tecnologías están cambiando nuestra manera de comunicarnos, pero… ¿realmente podemos confiar en que los chats nos facilitan la relación con otras personas?. Está claro que permiten mantener el contacto, pero cuando surge algún conflicto, debemos cuestionar su utilidad.
Las habilidades de comunicación conforman la herramienta más eficaz para garantizar un buen entendimiento entre personas. Dependiendo de cómo alguien se exprese, su lenguaje no verbal, las palabras elegidas, el momento y el medio adecuado… su mensaje llegará de manera efectiva al oyente, o podrán producirse malos entendidos.
Hace un tiempo escribí una entrada sobre algunas estrategias a tener en cuenta a la hora de afrontar conflictos interpersonales (“Las 9 claves para salvar una discusión”). Ahí planteaba que cuando necesitamos hablar sobre un tema importante o gestionar un conflicto con otra persona, el mejor medio para hacerlo es cara a cara y en la medida de lo posible evitar hacerlo por teléfono, por e-mail, y por supuesto por cualquier tipo de chat.
Pero la realidad es que ya son muchísimas las personas que están muy acostumbradas al uso de las nuevas tecnologías, y al final el WhatsApp y aplicaciones similares están siendo utilizados como uno de los medios de elección para comunicarse y gestionar situaciones tensas a nivel interpersonal.
Veamos los motivos por los que se extiende su uso:
LA INMEDIATEZ: a través de un chat se puede iniciar o contestar un hilo de conversación prácticamente en cualquier momento y lugar. Con esta inmediatez nos creemos que podemos aliviar la tensión interpersonal que se crea cuando surge algún conflicto. Ese momento en el que has detectado algo que no te gusta y tienes que soltarlo. Pero ya os adelanto que esto no siempre es así; ni se resuelve, ni es tan inmediato.
EL ESCUDO: cuántas veces nos vemos diciendo (escribiendo) cosas que no nos atreveríamos a decir cara a cara; porque son muy directas, atrevidas, agresivas o inapropiadas. Por WhatsApp nos “envalentonamos” porque no tenemos que enfrentarnos directamente a la reacción de la otra persona cuando suelto la bomba. El poder de provocar es una de las armas que nos ofrecen los chats a la hora de enfrentar los conflictos, pero realmente ¿ayuda a solventarlos?.
EL CONTROL: este tipo de chats nos permite conocer el momento en que la persona recibe un mensaje, cuándo lo lee, y cuánto tarda en contestarlo.
LA PERMANENCIA: todo lo escrito queda ahí, y podemos volver a ello siempre que queramos. Aquí, las palabras no se las lleva el viento. En cualquier momento pueden convertirse en la mejor defensa o en un letal ataque.
Que estos elementos contribuyan al creciente uso de los chats para afrontar temas importantes no significa que sean apropiados, o que lo que nos ofrecen realmente supongan ventajas a la hora de favorecer la comunicación.
Todos estos elementos tienen su parte claramente negativa:
- Tomarse un tiempo para la reflexión es una herramienta psicológica que nos va a permitir un mayor control emocional y una mejor gestión de los conflictos. La inmediatez que ofrecen los chats no siempre invita a ser reflexivo desde un primer momento, ni nos ayuda a controlar las conductas impulsivas.
- Nos vemos obligados a limitar nuestro lenguaje verbal. La cantidad de palabras utilizadas suele ser considerablemente menor cuando utilizamos los chats. Esto va a ir en contra de las posibilidades de expresarse y de hacerse entender.
- Perdemos también mucha información al no contar con un lenguaje no verbal. El lenguaje no verbal son todos aquellos elementos que acompañan a las palabras que utilizamos y que enriquecen su significado. El tono de voz, la postura corporal, los gestos, la mirada,…, aportan una valiosa información para entender el mensaje que nos llega. Los chats han incluido los emoticonos como herramientas para completar el tono de la conversación, pero, claro está, no es lo mismo, ni de lejos.
- El propio medio invita a desarrollar conductas obsesivas y de control. Releer hasta la agonía determinadas conversaciones, buscar y buscar el significado y los motivos de las palabras del otro, tratar de interpretar cualquier acción (“tarda mucho en responderme”, “lo ha leído pero no me contesta”, “está en línea pero a mí no me está escribiendo”, etc.). Todas estas acciones invitan a generar rumiaciones y otro tipo de pensamientos negativos que pueden avivar los conflictos en vez de ayudar a solventarlos.
- Paradójicamente, la inmediatez que proporciona el medio no está relacionado con el tiempo que se tarda en resolver un conflicto. De hecho, los tiempos se alargan. Entre que pienso lo que voy a decir, cómo lo escribo, lo tecleo, la otra persona lo recibe, lo lee, decide contestar, se piensa lo que va a decir y cómo, lo teclea y lo recibo yo de vuelta, pueden pasar desde unos pocos segundos hasta horas o ¡incluso días!. Yo siempre planteo a mis pacientes que varias horas de conversación a través de Whatsapp equivalen a unos minutos de conversación cara a cara.
- Otra particularidad es la subjetividad con la que interpretamos las palabras del otro. La entonación y el sentido que le damos a las palabras que recibimos los decidimos nosotros en función de factores que no siempre tienen mucho que ver con lo que la otra persona ha querido expresar. Pueden influir nuestro estado de ánimo, el tiempo que le podamos dedicar al mensaje, las expectativas que tenemos sobre lo que va a pasar, etc. Por poner un ejemplo, si yo le cuento a mi pareja por WhatsApp un posible plan y preveo que no le va a gustar, es fácil que, conteste lo que conteste, yo reaccione a la defensiva. Que me pone un “OK”, yo ya puedo pensar que es un mensaje muy escueto y que seguro que está molesto. Que me pregunta algún detalle sobre el plan, puedo pensar que ya va a empezar a ponerme pegas. Que tarda un rato en responderme, yo puedo ponerme impaciente y considerar que no le ha gustado. Y así sucesivamente.
Los fallos en la comunicación pueden generar muchos malos entendidos y el Whatsapp y otros tipos de chats ofrecen una comunicación llena de carencias.
Los chats pueden resultar útiles para contactar, transmitir una información neutral o como forma de esparcimiento. Pero no sustituye a las habilidades comunicativas de una persona.
Hagamos un uso práctico y responsable del Whatsapp.
Lear MorePSinopsis de TOC TOC
Hoy venimos con ganas de hablar de Arte con TOC TOC, una comedia de teatro con muchísimo éxito de Laurent Baffie. Por el hecho de ser accesible a un público mayor vamos a analizar la adaptación española que se llevó al cine en 2017, de la mano de Vicente Villanueva.
La obra se centra en un grupo de pacientes que coinciden en la sala de espera de un afamado psiquiatra, pero éste se retrasa y los personajes empiezan a interactuar entre sí llegando a una improvisada terapia de grupo. El punto en común de la mayoría de los personajes es el TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo).
Vamos a empezar explicando qué es el TOC: Se trata de un trastorno que se caracteriza por la presencia de obsesiones, compulsiones o ambas:
- Las obsesiones son pensamientos no deseados, recurrentes y persistentes, con un contenido negativo muy impactante y que causan un malestar importante. La persona trata de ignorar o suprimir estos pensamientos con algún otro pensamiento o acto, y esto es lo que suele desencadenar la aparición de la compulsión.
- Las compulsiones se definen por comportamientos repetitivos y rígidos (p. ej., lavarse las manos, ordenar, comprobar las cosas) o actos mentales (p. ej., rezar, contar, repetir palabras en silencio). El objetivo de los comportamientos o actos mentales es prevenir o disminuir la ansiedad, o evitar algún suceso o situación que se teme que sucederá si no se realiza la compulsión. Sin embargo, estos comportamientos no tienen por qué tener una relación lógica con la obsesión que pretenden aliviar y, aunque la tengan, suelen resultar claramente excesivos.
Las obsesiones y compulsiones suponen un importante gasto de tiempo e interfieren de manera significativa en el paciente. En definitiva es un trastorno que llega a resultar muy limitante y genera un importante malestar en la persona que lo sufre.
Y hasta aquí, la parte técnica.Para continuar, vamos a hablar de cada uno de los personajes que aparecen y analizaremos algún aspecto característico de su patología.
BLANCA: sufre un TOC de limpieza. Por su trabajo y su obsesión, ha atesorado gran cantidad de información técnica sobre todo tipo de gérmenes y microorganismos a los que estamos continuamente “expuestos”. Su obsesión le lleva a no poder reprimir la necesidad de lavarse concienzudamente cada vez que se considera expuesta a una fuente de gérmenes. En este caso, podemos ver fácilmente una conexión entre obsesión y compulsión: sí parece tener cierta lógica recurrir a lavarse las manos cuando hay una preocupación por el contagio, pero aquí entra en juego el componente excesivo del que hablábamos; es excesiva la preocupación, hasta hacerse obsesiva, y es excesivo el ritual de limpieza; en este tipo de TOC es muy significativa la cantidad de tiempo invertido en la “desinfección” y la importante interferencia a la hora de llevar una vida normal.
ANA MARÍA: sufre un TOC de comprobación. Su obsesión está relacionada con anticipar todo tipo de catástrofes que pueden ocurrir en su hogar por lo que siente la necesidad de verificar una y otra vez que todo está “asegurado” en su casa. En las personas que presentan este tipo de TOC, la compulsión les lleva a hacer un número de veces exagerado e innecesario la misma comprobación (por ejemplo, mirar 15 veces cada grifo antes de salir de casa para asegurarse que ninguno queda abierto). Conviven continuamente con la duda de si lo han comprobado lo suficientemente bien. Estas comprobaciones les pueden llevar mucho tiempo y suelen acabar afectando a sus rutinas y a sus actividades laborales y de ocio. Ana María, además, tiene fuertes convicciones religiosas y para aplacar su constante nerviosismo repite continuamente el acto de santiguarse y distintas oraciones y rezos.
EMILIO: padece aritmomanía o TOC numérico. Siente la irremediable necesidad de contar todo aquello que sea cuantificable a su alrededor, además se relaciona con su entorno convirtiendo todo en un problema matemático que resuelve a través del cálculo mental llegando a desarrollar incluso una gran habilidad. Emilio sufre además un segundo TOC, un trastorno por acumulación. Consiste en la dificultad de deshacerse de objetos o de renunciar a las posesiones independientemente de su valor económico o sentimental. Las personas que tienen este tipo de trastorno pueden llegar a acumular gran cantidad de objetos, haciendo poco habitables sus hogares y evidentemente acarrea importantes problemas de convivencia. Emilio utiliza el sentido del humor como una estrategia para relacionarse con su entorno, y parece tener algunas dificultades a la hora de poner límites a sus bromas y calibrar si proceden o no.
OTTO: este joven presenta un TOC de orden. Siente un fuerte impulso por ordenar, incluso objetos que no son suyos, buscando obsesivamente la simetría. También evita pisar las rayas del suelo cuando camina. Todas las personas, en algún momento de nuestras vidas, hemos jugado a ir saltando por las franjas blancas del paso de cebra o a caminar por la calle según alguna regla inventada, pero en este caso se llevan esas manías o juegos más comunes a un extremo patológico. En el caso de Otto se visibiliza muy bien la interferencia del trastorno en su vida personal cuando se queja de no haber podido mantener nunca una relación de pareja más de 3 días.
LILI: esta joven padece un interesante cóctel. Por un lado sufre ecolalia (la repetición exacta de sonidos, palabras y frases que acaba de escuchar) y palilalia (la repetición de sonidos, palabras o frases dichos por sí misma). Estas alteraciones del habla suelen aparecer en el contexto de otros trastornos mayores como autismo, esquizofrenia, lesiones cerebrales y demencias. Pero Lili lleva a cabo las repeticiones en forma de una compulsión. Sus pensamientos obsesivos están relacionados con la muerte y el inicio del trastorno se relaciona con una experiencia traumática. Es en su caso donde mejor podemos apreciar la falta de conexión entre la obsesión (ideas catastrofistas sobre la muerte) y la compulsión (la repetición de palabras).
FEDERICO: Sufre un trastorno muy peculiar llamado Trastorno de la Tourette, que no es exactamente un TOC. Se caracteriza por la presencia de múltiples tics motores y uno o más tics vocales. En este trastorno, con frecuencia, aparece la coprolalia, que es el uso impulsivo de palabras obscenas o soeces. Esta enfermedad se inicia en la infancia o adolescencia y suele durar toda la vida, aunque puede haber algunos períodos breves de remisión. Asociados a este trastorno, aparecen frecuentemente obsesiones y compulsiones para intentar manejar las manifestaciones del Trastorno de la Tourette, por lo que tendría también el diagnóstico de TOC.
La película también nos muestra parte de la vida cotidiana de estos personajes, que nos ayuda a tener algo más de información sobre el TOC y, sobre todo, visibiliza las terribles consecuencias que este trastorno tiene sobre las personas que lo sufren: importantes niveles de malestar emocional, desadaptación, aislamiento, interferencias en la vida social y laboral de la persona, etc. Suele iniciarse de manera gradual y tiende a cronificarse, por lo que para su recuperación, es necesario un tratamiento psicológico, que en muchas ocasiones se apoya de un tratamiento farmacológico.
Lear MoreQuiero romper con mi pareja, pero no puedo.
Todos conocemos o incluso hemos llegado a vivir la situación de permanecer en una relación de pareja aun sabiendo que está muerta y que nos sentimos insatisfechos. La decisión de romper la relación puede resultar muy dura, es probable que lo alarguemos en el tiempo y que no nos sintamos capaces de hacerlo.
Cuando estamos valorando si romper o no la relación de pareja nos encontramos con muchos pensamientos que entran en conflicto, por un lado están los sentimientos hacia la otra persona y un sinfín de miedos: el miedo a la reacción del otro, el miedo a los cambios que tendré que afrontar tras la ruptura, el miedo a equivocarnos, el miedo a sufrir, el miedo a la soledad, etc. Pero por otro lado pensamos en los aspectos de la relación que ya no nos satisfacen, los conflictos que han surgido durante la misma y esa intuición que nos lleva a pensar en que la decisión de romper podría ser la adecuada.
Los indicios que nos pueden llevar a pensar en la ruptura son múltiples, dependen de muchísimos factores, y como cada relación es un mundo, pueden variar considerablemente. Aún así, voy a enumerar muchas de las quejas que me plantean los pacientes que se encuentran en esta situación: sensación de insatisfacción general, distanciamiento de la pareja, menor contacto físico y afectivo, disminución de relaciones sexuales, problemas en la comunicación, poco entendimiento, dificultad para encontrar puntos en común, actitudes egoístas (centradas en uno mismo), infidelidades, no sentirse enamorado del otro, actitudes o emociones que no deben estar en una relación de pareja “sana” tales como celos, falta de confianza y querer controlar o cambiar al otro.
Pues bien, una vez que nos encontramos en esta situación tenemos que tener muy claro que una ruptura sin dolor es prácticamente imposible.
“No es realista pretender dejar una relación de pareja significativa sin que duela”
Una de las principales barreras a la hora de llevar a cabo la ruptura es no querer dañar al otro; “querer hacerlo bien”, y es comprensible que no queramos herir a la persona que todavía sigue siendo nuestra pareja. Pero este tipo de barreras nos pueden llevar a alargar indefinidamente una situación donde no nos sentimos bien. Y si nos mantenemos en una relación que no está funcionando, es muy posible que se produzca tal desgaste, que la convivencia llegue a ser muy desagradable o lleguen a darse conflictos importantes. Y en algún momento, tendremos que hacer frente a la ruptura igualmente, pero más débiles, por todo el desgaste sufrido.
Además, es más importante conseguir poner fin a una situación que no es positiva para ninguno de los miembros de la pareja, y que cada uno tenga la posibilidad de rehacer su vida, que el hecho de “romper bien”. Pasado un tiempo, no se recordará tanto el modo en que se produjo la ruptura, sino la oportunidad de construir una nueva vida.
“Cuánto menos dolorosa sea la ruptura para ambos, mejor. Pero si no es posible, mejor romper que quedarse atrapado en una relación insatisfactoria”
Otra de las barreras que aparece con frecuencia y que nos impiden tomar la decisión, es que consideramos que la otra persona es más vulnerable, la vemos más enamorada o ha generado mucha dependencia de nosotros y no consideramos que sea capaz de aceptar la decisión fácilmente, y al final nos mantenemos en la relación “por pena”.
Pues bien, lo mejor que puedes hacer por una persona a la que quieres, pero no como una pareja, es darle la libertad para poder rehacer su vida.
Tras una ruptura, tanto si eres el que ha tomado la decisión, como si eres el “dejado”, supone una pérdida y es necesario pasar por el duelo correspondiente. Quizás es importante «desdramatizar» este sufrimiento, una vez que uno ha conseguido romper definitivamente con el otro, sin contactos ni nuevas interacciones, es posible que en unas pocas semanas ya estemos lo suficientemente reestablecidos. Eso sí, es normal que los primeros días uno sufra episodios de llanto frecuentes, eche mucho de menos a la otra persona, tenga impulsos difíciles de controlar de contactar con su expareja y tenga dudas sobre si ha tomado la decisión adecuada.
El hecho de romper puede resultar doloroso, pero también, trae cosas buenas. Ganamos libertad, podemos tomar decisiones atendiendo sólo a nuestras necesidades y deseos, podemos crear un nuevo estilo de vida, conocer gente nueva e iniciarnos en actividades diferentes.
Tras la ruptura, tenemos la oportunidad de volver a conectar con uno mismo.
Los problemas de pareja, la toma de decisiones o el superar una ruptura, son consultas muy frecuentes en psicoterapia. Contacta con Decide Psicología si te encuentras “atascado” en una situación así.
Lear MoreLas 9 claves para «salvar» una discusión.
En los entornos sociales, lidiamos con multitud de situaciones, que si no son bien gestionadas, pueden derivar en un conflicto con sus posibles consecuencias: malestar emocional, deterioro del entorno social, problemas de pareja, etc.
Las claves que exponemos aquí nos pueden servir cuando nos hemos enfadado con nuestra pareja y vamos a hablar sobre ello, cuando queremos tocar un tema delicado o exponer una crítica personal, ya sea a un familiar, a un compañero de trabajo o a un amigo.
La idea es poder afrontar una situación potencialmente conflictiva sin que de ello se derive un problema mayor o una discusión, y poder llegar a un entendimiento. Para ello, debemos tener en cuenta las siguientes circunstancias para asegurarnos tener éxito en nuestro propósito:
- Buscar el lugar adecuado; mejor si disfrutamos de cierta intimidad, sin miedo a que alguien ajeno al conflicto pueda estar escuchando y nos cohíba o nos interrumpa (por ejemplo: nuestros hijos si estamos en casa, otros amigos si estamos en un evento, otros desconocidos si estamos en un lugar público, etc.).
- Buscar el momento adecuado. Fácilmente estas conversaciones llevan su tiempo, por lo que lo ideal sería encontrar un momento donde las personas implicadas no tengan prisa, o estén demasiado cansadas para tratar un tema delicado.
- Utilizar el medio adecuado. El lenguaje no verbal aporta gran cantidad de información en la comunicación (el tono utilizado, los gestos, la expresión facial, etc.), por lo que dialogar cara a cara va a ser la mejor elección siempre que sea posible. Con frecuencia utilizamos medios como el Whatsapp para tocar temas delicados, sin embargo al no existir un lenguaje no verbal (los emoticonos no lo sustituyen ni de lejos), genera inevitablemente fallos en la comunicación. (Consulta aquí los motivos por los que desaconsejamos el uso de los chats para la gestión de conflictos interpersonales.)
- Ambas partes tienen que estar en la disposición adecuada para dialogar. A veces nos encontramos que uno tiene la necesidad de hablar, pero el otro está demasiado afectado, enfadado, nervioso, etc. Es importante respetar también las circunstancias del otro para que la comunicación sea efectiva. Si obligamos a alguien a tratar un tema cuando para él no es el momento adecuado, nos podemos encontrar con respuestas que no favorecen el entendimiento.
- Reflexionar sobre lo que uno tiene que decir y cómo lo va a expresar. La idea es asegurarnos que a la otra persona le llegue exactamente la información que le quiero transmitir y no perdernos en otros detalles menos importantes.
- En ocasiones sacamos conclusiones de las palabras del otro, es decir, trabajamos con interpretaciones subjetivas que pueden estar sesgadas y damos a esa inferencia la categoría de “hecho real”. ¿y si hemos sacado una conclusión errónea? Es mejor pedir una aclaración de manera respetuosa antes de sacar una conclusión precipitada. Por ejemplo: “¿Cuándo me has dicho “esto”, qué es lo que me querías transmitir?”.
- El fin de iniciar una conversación potencialmente conflictiva va a ser acercarse a una solución. En ocasiones aprovechamos cuando salen temas delicados para “vomitar” sobre el otro nuestro enfado y entonces caeremos fácilmente en el uso de un lenguaje agresivo. Si el objetivo es solucionar el conflicto, debemos tratar de mantener una actitud diplomática que favorezca la comunicación. Para ello, además de dialogar sobre el problema en cuestión hay que dedicar un tiempo a buscar propuestas de solución, mejor cuanto más concretas sean. En caso de no existir una solución fácil, podemos, por lo menos, plantear ciertos acercamientos sobre los que ir trabajando poco a poco.
- Si alguna de las partes se altera durante la conversación, es mejor posponerla para otro momento. No se trata de no tener esa conversación, si no de retrasarla. Mientras tanto, ambas partes pueden reflexionar sobre lo que uno ha dicho, sobre lo que quería llegar a decir, sobre lo que el otro ha podido entender y viceversa (tratar de entender lo que el otro realmente querría haber dicho). La idea no es “envenenarse” más con lo ocurrido, si no de relajarse y tratar de acercarse a esa actitud conciliadora.
- Durante la conversación, es necesario tener en cuenta determinadas condiciones: escuchar al otro para entender y no solo para contestar (defenderse); respetar los turnos de palabra; evitar dramatizaciones, exageraciones y victimismos; no amenazar y no caer en un lenguaje inapropiado con insultos o descalificaciones. Es posible que tengamos normalizados algunos de estos elementos a evitar cuando surge un conflicto, pero también sabemos que no favorecen para nada la comunicación. Suelen obstaculizar el llegar a un entendimiento porque la conversación acaba convirtiéndose en un cruce de acusaciones donde cada vez la situación se pone más tensa y se hace inviable el acercarse a una solución.
Aprender a gestionar los conflictos y mantener una actitud asertiva durante los mismos es una habilidad que puede entrenarse y se aprende poco a poco.
No perdáis estos puntos de vista, y después de cada “discusión”, reflexionar sobre lo que uno ha hecho y si habría algo en mi actuación que se podría mejorar. Si detectamos algún fallo importante o consideramos que hemos podido “hacer daño” a la otra persona, siempre podemos ser responsables y pedir perdón por nuestros errores.
Lear MoreCómo hablar del divorcio a nuestros hijos e hijas
En la sociedad actual, el índice de separaciones y divorcios ha crecido considerablemente. Este hecho puede estar asociado a los cambios culturales que han sobrevenido con la sociedad moderna, donde el concepto de matrimonio ya no implica necesariamente el famoso “hasta que la muerte nos separe”.
Que una pareja decida no continuar siéndolo es algo perfectamente normalizado en nuestra sociedad, entendible y respetable. Muchas de estas parejas han creado una familia, y su ruptura afecta por tanto a sus hijos e hijas.
En la mayoría de los casos los menores no eligen esta situación, ellos no son quienes toman la decisión, pero les afecta y les afectará enormemente en su futuro a corto, medio y largo plazo. Habrá cambios en la relación con sus padres, en sus rutinas, en la relación con la familia extensa, etc.
Los cambios tras un divorcio son inevitables y los hijos/as tendrán que restaurar una nueva rutina en sus vidas, pero este proceso no tiene por qué ser necesariamente traumático.
Es sumamente importante que los adultos tratemos de reducir todo lo posible el impacto negativo de la separación sobre nuestros hijos. El primer paso en esta empresa es dar la noticia a los niños/as. A continuación vamos a exponer algunas pautas a seguir para informar a los hijos de la situación y de los cambios que van a sobrevenir a la familia:
- La situación ideal sería que ambos progenitores se reunieran con sus hijos/as para poder explicarles la situación. Cuando los padres llegan a esta decisión, suele ser tras un proceso de distanciamiento dentro de la pareja, frecuentemente hay discusiones más o menos fuertes, y puede haber un clima algo tenso en el hogar. Aunque tratemos de proteger a los menores de estos problemas de pareja, es fácil que ellos perciban que algo está ocurriendo. Los menores agradecen que sus padres les expliquen, en la medida que ellos puedan entender, la situación y las decisiones que se hayan tomado ya.
- Es recomendable que ambos padres lleguen a un acuerdo sobre cómo y qué exponer a sus hijos. Entendemos que esta tarea puede resultar complicada porque en la mayor parte de los casos, cuando se llega a la separación, es porque la pareja ha dejado de estar de acuerdo en muchos aspectos de sus vidas, además pueden haber entrado en juego sentimiento y emociones negativas, como el enfado, la ira, la rabia que pueden hacer difícil la comunicación dentro de la pareja. Para conseguirlo es importante asumir que aunque la relación de pareja se interrumpa, no ocurre lo mismo con su relación como padres. Es decir, durante mucho tiempo van a tener que mantener un mínimo de comunicación para informarse y comentar todos aquellos asuntos que conciernan a sus hijos/as. Y por el bien último de los menores, toda comunicación cordial y actitud colaboradora va a facilitar enormemente la adaptación de los menores a las nuevas circunstancias.
- Es importante saber elegir el lugar y el momento para realizar esa reunión. Debe tratarse de un lugar tranquilo y con intimidad suficiente para poder conversar y donde poder mostrar las emociones que cada uno necesite sin verse cohibido. Además es importante contar con tiempo para este tema. Esto significa que no podemos ir con prisas, con límites de tiempo, o en un momento en el que estamos cansados o pendientes de otras tareas.
- El qué les vamos a decir es especialmente importante. Ya hemos comentado que los padres deberían reunirse y decidir lo que les van a explicar a los niños. Es recomendable adaptar el contenido de esta conversación a la edad del niño. Los motivos reales de la ruptura de una pareja suelen ser múltiples, complejos y difíciles de entender para la mente de un niño. Por tanto, se les puede ofrecer un motivo general, sin entrar en detalles; por ejemplo; “papá y mamá ya no se llevan bien”, “discutimos mucho, y no somos felices estando juntos”. Dar muchos más detalles podría implicar señalar los defectos del otro o generar culpables. Si os fijáis, en los ejemplos ponemos frases donde se da a entender que es una decisión de ambos por igual. Si los menores perciben que uno de los dos ha podido propiciar esa situación, pueden generarse los llamados “conflictos de lealtad”, relaciones tensas con uno u otro progenitor y un estado de confusión y dudas sobre la situación. Además, pueden aparecer en los menores un sentimiento de culpabilidad sobre lo ocurrido, pensamientos del tipo “si yo me hubiera portado mejor, ellos no discutirían y no habríamos llegado a esto”, sienten que ellos pueden hacer algo para que la situación cambie. De ahí la importancia de incidir que es una circunstancia que deciden los adultos y que no hay culpables.
- Otro punto a tratar en esos momentos son las cosas que no van a cambiar. Debemos diferenciar nuestro papel como pareja, del rol de padre/madre. La relación de pareja puede que no haya funcionado, que nos hayamos podido equivocar, que no nos haga feliz la otra persona, que no encontremos solución a un conflicto dentro de la relación, y ello no implica que seamos peores padres o madres. Y ése es el mensaje que debemos transmitir tantas veces como haga falta a los niños. Frases como “papá y mamá ya no van a ser pareja, pero los dos seguimos siendo tus padres, como hasta ahora y eso nunca cambiará”, “vamos a estar a tu lado siempre”, “puedes acudir a cualquiera de nosotros siempre que lo necesites”, etc.
Cada pareja es la que mejor conoce a sus propios hijos e hijas, y la decisión última de cómo dar este paso es sólo suya. Pero desde Decide Psicología recomendamos tratar de usar el sentido común, mirar por el bien último de los menores y tratar de mantener un clima conciliador siempre que nos sea posible.
Lear More¿Cuánto influyen las redes sociales en tus relaciones?
La tecnología ha entrado de lleno en nuestras vidas influyendo directamente en el modo en el que nos relacionamos, en nuestra forma de comunicarnos y por supuesto en la experiencia de tener pareja, especialmente en aquellas personas que dominan y están acostumbradas al uso de las distintas aplicaciones y redes sociales.
Recuerdo la frase de un anuncio de televisión que decía algo así como “recuerdas cuando antes llamabas a un lugar en vez de a una persona….”. Y efectivamente, ya no llamamos a “casa de” o al “trabajo de” sino que contactamos directamente con la persona. Y tenemos multitud de medios para hacerlo, ya no sólo existe la posibilidad de hacer una llamada: facebook, twitter, whatsapp, telegram, instagram, youtube, blogs, correo electrónico, …, el listado es más largo y seguramente vaya creciendo con el tiempo. Estos medios no solo nos proporcionan distintas maneras de contactar con alguien, si no también nos facilitan tener información del otro en cualquier momento.
En muchas ocasiones se plantea el debate de si tener acceso a gran cantidad de información de manera inmediata es realmente bueno para nosotros o no. Supongo que la cuestión es el uso que hacemos de la tecnología que tenemos a mano. En general, parece que la tecnología nos facilita la vida y nos da un sinfín de oportunidades, pero por otro lado, puede complicarnos mucho las cosas.
En el caso de las relaciones interpersonales y sentimentales, ¿quién no ha tenido un roce, una discusión a causa del nuevo modo de “relación virtual”. Os puedo poner ejemplos que durante las terapias me cuentan los pacientes.
- “…como me ha bloqueado en facebook, whatsapp, y no me contesta a la llamadas, me he metido en el perfil de mi amiga para saber qué hace”
- “mi novia se enfadó porque vio que mi última hora de conexión al whatsapp fue a las cuatro de la mañana y pensó que había salido de fiesta”
- “me pongo nervioso cuando veo que ha recibido el mensaje, que lo ha leído y aún así no me contesta”
- “sospecho que mi novio y mi amiga están liados porque siempre aparecen “en línea” a la vez”
- “alguna vez he aprovechado que mi pareja está en el baño para mirarle el móvil, a ver si veo algo sospechoso”
- “la comunicación y la convivencia con mi pareja se está volviendo insoportable, se pasa todo el día con el móvil en la mano y no atiende a nada más”
- “anoche nos pusimos a discutir por el móvil y acabamos cortando la relación”
Todos estos ejemplos que he puesto tienen un aspecto en común, y es la tendencia a desarrollar conductas obsesivas y de control sobre el otro, desplazando a otras cualidades importantes y necesarias en las “relaciones sanas” como son la paciencia, la confianza, la intimidad y el espacio personal.
Seguramente las generaciones más jóvenes son las más vulnerables a los efectos negativos de las tecnologías en nuestras relaciones sociales y de pareja, por ello es muy importante enseñarles a hacer un uso apropiado y controlado de las redes sociales y demás aplicaciones, y mostrarles otras vías de comunicación y de solución de problemas.
Lear MoreAlianza terapéutica; el «vínculo sanador» entre paciente y terapeuta
Cuando se inicia un proceso terapéutico con un nuevo paciente, uno de los primeros objetivos de la intervención psicológica es generar una sana alianza terapéutica.
La alianza terapéutica es el “vínculo sanador” que se establece entre el terapeuta y el paciente desde las primeras sesiones y a partir del cual se va a articular toda la intervención psicológica y va a favorecer el cambio que el paciente necesita.
En el inicio de la terapia, el profesional debe crear un entorno agradable donde el paciente pueda expresar los motivos que le han llevado a pedir ayuda psicológica, y también mostrar interés en conocer las circunstancias que rodean a la persona con la que está trabajando, y así entender mejor su situación.
Las principales habilidades terapéuticas que el psicólogo debe mostrar en estos primeros momentos y a lo largo de toda la intervención son la escucha activa, la objetividad y la empatía. En estos primeros momentos es adecuado también que el profesional explique de forma clara y cercana en qué consiste un proceso terapéutico, qué puede esperar de él, y aclarar las dudas que el paciente pudiera tener.
El psicólogo debe conseguir acomodarse a las necesidades y características personales del paciente al que está tratando.
Es importante que el profesional se muestre cercano, disponible, seguro, profesional, empático y comprensivo. Esto ayudará al paciente a expresarse sin miedo a ser juzgado. En las terapias, el paciente suele narrar episodios o circunstancias de su vida muy personales e íntimas, y es importante que pueda hacerlo con libertad, sintiéndose comprendido y seguro. Esto facilitará que experimente la ventilación emocional propia del propio proceso terapéutico.
En ocasiones el éxito de la terapia depende de la calidad de esta relación. Si el paciente no termina de sentirse cómodo con su psicólogo, o no confía en el tipo de trabajo que se está realizando, con toda seguridad, acabará abandonando la terapia antes de alcanzar su objetivo de bienestar. Y el “fracaso” en un proceso terapéutico, puede desanimar al paciente a intentarlo de nuevo con otro profesional. De ahí la importancia y la responsabilidad del psicólogo de ser capaz de crear un vínculo adecuado con el paciente para poder llevar a cabo la intervención psicológica que necesita.
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Es indiscutible que durante el embarazo el papel protagonista es el de la mujer que está gestando, pero no podemos por ello dejar de lado la figura de la pareja de esa mujer.
Aunque podríamos pensar que, desde el punto de vista biológico, el papel de la pareja de una mujer embarazada a lo largo de los nueve meses de gestación es irrelevante, desde un punto de vista personal, familiar y social sí que juega un papel muy importante. Tu papel es cuidar de la mujer embarazada y del futuro bebé. Y si tenéis más hijos, tu labor será crucial en su cuidado durante el embarazo y cuando nazca el bebé. Tu implicación durante el embarazo, tu presencia y tu apoyo pueden marcar la diferencia en cuanto a la vivencia que tu pareja tenga de todo el proceso.
El embarazo es, generalmente, un periodo de reflexión para ambos, donde cada cual valora cómo quiere desempeñar su nuevo rol. Se rememora la infancia vivida, se revisan los vínculos afectivos, la relación con la propia familia… Cada miembro de la pareja recordará la figura de sus propios padres, identificándose con su propio padre o madre, evaluando los aspectos positivos de su infancia, qué elementos de la relación con sus padres quiere poner en marcha en la relación con su futuro hijo o hija y cuáles querrá plantear de un modo distinto.
Para quien no vive el embarazo “en sus propias carnes”, ésta puede ser una época compleja: no estás viviendo los cambios físicos ni hormonales que experimenta la mujer embarazada, no sufres las molestias que suele conllevar un embarazo, pero tampoco puedes percibir en primera persona una vida creciendo dentro de ti, con todos los sentimientos que ello conlleva.
En el primer trimestre los sentimientos de ambivalencia de los que hablábamos en el caso de la mujer gestante se producirán también respecto a su pareja: el miedo a ese probable cambio de vida, el deseo de desempeñar bien tu papel, la preocupación por la salud del bebé y de la madre, la alegría por el próximo nacimiento, la inseguridad de no saber si todo irá bien…
Durante el segundo trimestre la llegada del bebé será cada vez una realidad más tangible; podrás verle en las ecografías, sabrás si será niño o niña y haréis planes sobre el futuro. Seguro que continúan tus preocupaciones sobre su salud o sobre cómo afrontarás este importante cambio, pero al ser un periodo en el que la embarazada se siente más tranquila y fuerte, podréis disfrutar del embarazo, de hacer planes o de preparar vuestra vida para la llegada del bebé.
También es posible que en algunos momentos te sientas en un segundo plano o incluso tengas celos al pensar que tu pareja no te está prestando la misma atención o que sólo está preocupada por lo relacionado con su embarazo. Por todo esto es fundamental mantener una buena comunicación, y compartir los preparativos de la llegada de vuestro hijo o hija. Cuando existe una pareja compartir las emociones y decisiones será beneficioso ya que ser padres es cosa de dos.
En el tercer trimestre tu papel es fundamental. La futura madre se sentirá, posiblemente, muy pesada y molesta, pueden aparecer miedos relacionados con los dolores del parto y el nacimiento del bebé. Por eso tu apoyo es crucial; tenerte a su lado le dará seguridad para enfrentarse al parto y al cuidado del bebé en los primeros días.
A continuación vamos a dar algunas ideas que podrás poner en práctica para vivir el embarazo de tu pareja de forma activa, involucrarte y sentirte parte de todo el proceso:
- Empieza a implicarte en la paternidad antes del nacimiento: acompañar a tu pareja a las consultas prenatales o preconcepcionales te ayudarán a vivir el proceso de cerca, a resolver tus dudas y además, tu pareja se sentirá más segura y apoyada. No dudes en preguntar en la consulta aquello que te preocupe o que no entiendas, por ejemplo, pedir que te expliquen qué es lo que estás viendo en las ecografías, eso te permitirá disfrutarlo realmente y sentir a tu bebé como algo más real. A partir de la semana 26, aproximadamente, podrás notar fácilmente al bebé en el abdomen de tu pareja.
- Busca información y aprende: Artículos de revistas, libros, la televisión, aquellos que ya tienen bebés, amistades, familiares, páginas de internet… A tu alrededor encontrarás gran cantidad de fuentes de información que te ayudarán a acercarte a la experiencia del embarazo: qué se siente, cómo se desarrolla el bebé o cómo preparar vuestro hogar. Y siempre que tengas dudas, pide ayuda profesional: profesionales de la medicina, matronas, etc.
- Planifica: es conveniente que organicéis con antelación los cambios que necesitará vuestro hogar tanto para la llegada del bebé como para hacer del embarazo un periodo lo más cómodo posible. Anticiparse y organizar estos cambios también os permitirá hacer un uso adecuado de los recursos económicos con los que contáis, porque los gastos se dispararán de ahora en adelante y las prisas en este caso son malas consejeras: la anticipación os permitirá comparar precios y “comprar con cabeza”, así como aprovechar las “donaciones” que seguramente os harán la familia y vuestras amistades.
- Hazte presente como pareja: No olvides que el embarazo supone un periodo de importantes cambios en la mujer, tanto a nivel físico como emocional. Las variaciones en los niveles hormonales pueden generar cambios en el comportamiento y los afectos; quizá se sientan tristes, otras veces eufóricas, desorganizadas, angustiadas o más susceptibles. Intenta ser paciente y trata de entender a tu pareja, haciéndole saber que estás ahí. Para que tu pareja se sienta apoyada en todo momento, tiene que sentirte cerca y contar contigo. No necesitará que estés todo el día con ella, pero necesita saberse querida, entendida y apoyada.
- Apoya a tu pareja para que lleve una vida saludable: ayúdala en su intento por limitar los hábitos inadecuados (alcohol, tabaco, drogas, mala alimentación, etc.). Recuérdale que es importante que acuda a las revisiones programadas y que siga las pautas que os hayan recomendado. Como una forma de compartir el embarazo y mostrar tu implicación, puedes aprovechar para reducir tú también el consumo de alcohol y tabaco, llevar una alimentación más saludable o hacer algún ejercicio suave con ella (como salir a caminar).
No dejes de lado la sexualidad: si no hay contraindicaciones médicas, la sexualidad puede continuar durante todo el embarazo si así lo deseáis. Puede que tu pareja sienta cierto rechazo hacia el sexo, debido a las molestias del embarazo, al cansancio o a la ausencia de deseo sexual; también puede ser que suceda lo contrario, que exista un aumento de deseo sexual por su parte y que sin embargo tú tengas ciertas reticencias por miedo a hacer daño al bebé: no temas, no le pasará nada si el embarazo transcurre con normalidad. La mejor vía para llegar a un acuerdo es hablarlo abiertamente, comprender al otro y ser pacientes.
Gracias a Drew Hays por la fotografía.
Lear MoreCambios psicológicos durante el embarazo
El embarazo es una experiencia física y emocional de gran complejidad; se asocia con cambios en la conducta alimentaria, el sueño y la actividad sexual y genera comportamientos y emociones que fuera del embarazo podrían incluso llegar a hacernos pensar en una depresión o una alteración del comportamiento, pero que dentro de las circunstancias de un embarazo se consideran normales.
En cuanto a lo meramente psicológico, vamos a hacer una distinción por trimestres de los aspectos más relevantes. No olvidéis que hablamos de forma general y orientativa: ni todas las mujeres presentan todos los cambios ni en todas las mujeres aparecen exactamente en el mismo momento. Esto se debe a que cada mujer (cada persona en realidad) es única: no todas las mujeres sienten de la misma forma, depende de su carácter, de las circunstancias que le rodean, de las circunstancias en que se ha producido el embarazo y del apoyo que disponga en cada momento, entre otras cosas.
Al principio del embarazo es habitual experimentar cambios frecuentes en los sentimientos y en el estado de ánimo. Es una reacción natural que se debe a las muchas transformaciones y alteraciones hormonales que se están produciendo en el cuerpo de la mujer y a las diferentes expectativas sobre cómo va a cambiar su vida por el hecho de dar a luz y ser madre. En la mayoría de los casos, estos cambios de humor tienen lugar entre la sexta y la décima semanas de gestación y se parecen a esas alteraciones del estado de ánimo que experimentan algunas mujeres durante lo que se suele conocer como síndrome premenstrual. Es normal pasar de la risa al llanto en cortos espacios de tiempo, sentirse más irascible y discutir con más frecuencia con las personas que tenemos cerca. Es importante consultar con tu médico si sientes que la tristeza, los cambios de humor, los problemas de sueño o los cambios en los hábitos de alimentación son muy severos.
Además en este periodo, especialmente si se trata del primer embarazo, aparecen temores respecto al bebé: si se estará desarrollando bien, si se puede producir algún problema, si al nacer “será normal”… Quizás lo más significativo en este primer trimestre, a nivel emocional, sea la inseguridad y la ambivalencia: por un lado, una fuerte emoción positiva relacionada con el deseo del nacimiento y por otro una gran preocupación por la propia salud y la del feto; en estos primeros meses se mezclan alegría y tristeza, ilusión y rechazo, inquietud, preocupación, etc.
Puede que te sientas más necesitada de compañía y muestras de cariño de tu pareja, familia y amistades. En estos primeros meses es importante darte tiempo para adaptarte a la nueva situación y afrontarla de forma positiva y buscar el apoyo y el cuidado de tu entorno social. Y, por supuesto, seguir las prescripciones médicas y controles prenatales.
En el segundo trimestre es habitual que la futura madre se sienta con más energía, positiva y tranquila. Las molestias del primer trimestre desaparecen o se atenúan, la barriga comienza a notarse y, al sentirte físicamente mejor, lo puedes disfrutar más. La conciencia de la maternidad es absoluta, pues el bebé ya se mueve, normalmente ya se sabe (si así se desea) si será niña o niño y le habrás podido ver en la ecografía. La experiencia de sentir a tu bebé te ayudará a olvidar tus temores.
Hacia el final de este periodo es muy importante una adecuada preparación para el momento del parto, tanto a nivel físico como a nivel psicológico. Las clases de preparación al parto suelen programarse a partir del sexto mes del embarazo. Tu matrona o especialista te informará sobre los mismos, el lugar donde se imparten, su duración, etc. En estos programas se ofrece información teórica útil sobre el embarazo, el parto, postparto, los cuidados del bebé y la lactancia. Estos cursos pueden suponer un importante apoyo para la mujer por el hecho de estar en contacto con otras embarazadas, ofrecen un espacio para resolver dudas, recibir consejos y compartir las propias experiencias, miedos y expectativas.
En el tercer trimestre volvemos a las emociones ambivalentes: la positividad y ese cierto relajo ante las cuestiones del día a día se empiezan a mezclar con la impaciencia porque llegue el momento de conocer y tocar a tu bebé, con el miedo y la preocupación por cómo será el parto, si nacerá sano y si serás capaz de cuidarlo adecuadamente. Ya empiezas a definir a tu bebé como un ser individual y con personalidad propia por cómo se mueve o a qué reacciona.
Algunas gestantes también refieren sufrir pequeñas pérdidas de memoria, despistes y dificultades de concentración. Además de problemas para dormir, debido a la dificultad para encontrar posturas cómodas para el sueño, calambres y “piernas inquietas”, y la presencia de pensamientos y sueños relacionados con el bienestar del bebé, la proximidad del parto, etc.
En general, la mujer experimenta muchos cambios, tanto a nivel físico como psicológico a lo largo del embarazo. Y la variabilidad de una mujer a otra también es muy elevada. Lo recomendable es no alarmarse, asumir que son transformaciones propias de la experiencia por la que se está atravesando y que todo volverá a la normalidad pasado un tiempo después del nacimiento. En cualquier caso, si algo te preocupa especialmente, no dudes en consultar con tu matrona o especialista, ellos te podrán guiar de una manera más personalizada sobre tu problema.
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