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¡No quiero sentir malestar emocional!
Si estás pasando por una época de cierta inestabilidad emocional, si sufres algunas dificultades a nivel psicológico, estás sintiendo limitaciones en tu vida o si sientes que no puedes con todo, puede que además de todo lo anterior también estés experimentando otro tipo de malestar emocional adicional:
Culpabilidad por sentirte mal.
Culpabilidad por no ser capaz de mejorar.
Culpabilidad por “mostrarte débil”.
Vergüenza porque los demás sepan que no estás del todo bien.
Vergüenza porque piensen “que le estás echando morro”.
Vergüenza por reconocer que sufres una “enfermedad mental”.
Miedo a que no te crean.
Miedo a que parezca que estás fingiendo.
Miedo a que hablen mal de ti.
¿Crees que alguna de las frases anteriores define cómo te sientes? Si la respuesta es que sí, desde aquí tengo que decirte que te ocurre lo mismo que a otras muchas personas que están pasando un mal momento a nivel emocional
Parece que nuestra sociedad actual aún no está del todo preparada para aceptar las dificultades psicológicas como algo normal, sin estigmatizar la enfermedad mental y sin juzgar de alguna manera a la persona que sufre un trastorno de ansiedad, un cuadro depresivo, una adicción o un trastorno de alimentación, por poner algunos ejemplos.
Porque de alguna manera se asocia el malestar emocional con debilidad, con falta de fuerza de voluntad,
o con falta de capacidad para afrontar determinadas situaciones.
Existe otra dificultad para la normalización de las enfermedades mentales y los problemas psicológicos. Y es el no saber cómo tratar las dificultades psicológicas y a las personas que las sufren. A veces se tiende a minimizar el malestar de la persona, o se ofrecen consejos vagos y superficiales: “tienes que esforzarte por ponerte bien”, “anímate y sal a la calle para que te dé el aire”, “tienes que poner de tu parte”.
Seguramente, la mayor parte de estos consejos estén motivados por un interés genuino en ayudar. Pero la persona que está sufriendo puede sentirse poco comprendida: “¿crees que no he intentado de todo para no sentirme así?”, “si fuera tan fácil, ya lo habría hecho”, “parece que piensas que elijo estar así”.
Evidentemente la realidad de la enfermedad mental es infinitamente más compleja que una mera cuestión de esfuerzo para ponerse bien.
Cuando se trata de salud física, sí entendemos que la enfermedad es compleja y requiere de un tratamiento o cuidados para su curación. No es solo una cuestión de actitud.
No le decimos a una persona con gastroenteritis: “tienes que esforzarte más para no vomitar”.
No le decimos a una persona con una fractura en la tibia: “sal a la calle, intenta caminar, te sentirás mucho mejor”.
No le decimos a una persona con fiebre “si te lo propones, seguro que consigues bajar tu temperatura”.
Quizás tenemos que asumir que el avance que debe hacer la sociedad para comprender mejor las dificultades psicológicas lleva su tiempo y es algo que se escapa de nuestra zona de control.
Pero sí tenemos más capacidad de acción sobre lo que pensamos y sobre lo que nos decimos.
No podemos controlar la estigmatización social sobre la enfermedad mental.
Pero sí podemos trabajar sobre lo que pensamos acerca de las dificultades psicológicas que sufrimos.
Nadie cuenta con vergüenza que cuando era más joven le operaron de apendicitis, pero seguramente no hable abiertamente de haber tenido un trastorno por atracón.
Nadie se siente culpable por tener unos días de baja tras una operación quirúrgica, pero hay muchas personas que sí se sienten culpables de necesitar una baja por sufrir ansiedad.
Es importante tener en cuenta que la mente viene a ser un conjunto de estructuras cerebrales, con unas conexiones extremadamente complejas, que como cualquier otro órgano, también falla y enferma.
La salud mental es tan importante como la salud física.
La salud mental es tan digna como la salud física.
No eliges sufrir una enfermedad física, y tampoco eliges sentir tristeza o experimentar pánico.
No es tu culpa, no tienes de qué avergonzarte.
Sin salud emocional nada funciona.
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